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WEST SIDE STORY: LA GUINDA DEL PASTEL
febrero 25, 2022 Articulos

Secuelas, reboots y remakes no gozan de mucha popularidad en el mundillo cinéfilo, y la reinterpretación de un gran clásico como West Side Story, evidentemente, no iba a generar pocas suspicacias. Muchos se preparaban para descuartizar el musical y aludir a la irrepetible genialidad de la original o a la herejía de querer si quiera intentar emularla. Y, efectivamente, uno de los mayores eventos de las pasadas fiestas navideñas quedó algo ensombrecido por una gran división de opiniones entre el público – no entre la crítica, que la acogió con los brazos abiertos casi de forma unánime.

Sin embargo, lo cierto es que el genio Steven Spielberg sí consiguió adaptar la maravilla de Robert Wise y Jerome Robbins a nuestros tiempos. Así lo prueban sus 3 Globos de Oro o sus recientes nominaciones a 7 categorías de los Oscars. A algunos gustará más la versión clásica y a otros la moderna, pero está claro que la maestría de Spielberg añade nuevos matices muy interesantes a su predecesora. Por ejemplo, muchos añoraran el original plano de apertura en que veíamos como el skyline de la ciudad se dibujaba lentamente ante nuestros ojos. Aun así, el travelling inicial de la nueva versión aporta en apenas unos segundos más contexto que toda la película de 1961. En el West Side Story de 2021 vemos rápidamente cómo el barrio va a ser demolido por completo. Cómo sus gentes deberán abandonar el hogar para dejar paso a otro barrio pijo que cultive más las experiencias que la vida en sí misma. Pura gentrificación, vaya. Eso sí que es un clásico moderno.

Así pues, a la eterna batalla entre los Jets y los Sharks, y al inmortal amor shakesperiano entre Tony y María, subyace esta vez un conflicto aún más profundo que el de antaño. Y ese plus contextual, ese plus de profundidad, tiñe todas las parcelas argumentales de la película. Chino, el amigo de Bernardo, está mucho más desarrollado. También lo están Doc, ahora convertido en Valentina, una mujer puertorriqueña interpretada por Rita Moreno 60 años después de su brillante encarnación de Anita, y la mismísima relación amorosa entre la pareja protagonista.

Un romance que se toma su tiempo para ampliar la historia entre ambos incluso añadiendo un par de escenas extra. Aunque, a decir verdad, son de lo más flojo de la película.

Lo cierto es que el West Side Story de Spielberg complementa al de Wise y, en algunos aspectos, incluso lo perfecciona. Pero lo realmente perfecto sería fusionar ambas películas en una especie de collage con distintos momentos de ambas cintas. Y es que, para ser sincero, si las repasamos a ambas escena por escena me iría quedando alternativamente con secuencias de una y otra según si prefiero la versión original o la nueva. Por ejemplo, no dudaría en elegir la batalla clave entre los Sharks y los Jets del filme de 1961 por tener una coreografía más cercana a la danza, que hace que la escena fluya con mucha más belleza. Por el contrario, prefiero mil veces el Boy, boy, crazy boy de Spielberg, que involucra a personajes más relevantes y en un momento de la historia más acertado, justo antes de que estalle la tempestad.

En todo caso, la nueva perla de Spielberg destaca en todos los campos. Entre muchas otras virtudes, goza de una fotografía, un diseño de producción y de vestuario y un uso de la cámara excepcionales. Y las actuaciones no se quedan atrás, ya que todo el reparto cumple con nota, especialmente Rachel Zegler, Ariana DeBose y Mike Faist.

Si en algo patina esta nueva versión es en las escenas totalmente nuevas o en el orden en que se han montado algunas canciones, que flojean un poco a la hora de mantener un tono coherente a medida que avanza la película. Así lo evidencia la inclusión de una canción tan alegre y cursi como I Feel Pretty después de un momento de gran tensión. Una maniobra claramente hecha a propósito, pero que saca un poco al espectador de la película.

En definitiva, la nueva West Side Story debe apreciarse como la guinda del pastel al gran musical de 1961. Un homenaje adaptado a tiempos más modernos y que no resta para nada, sino que suma sin quitar nada de valor al trabajo original.

MARTÍ ESTEBAN.-

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