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VINCENT CASSEL: EL FRANCÉS CARISMÁTICO Y CON MORBO
abril 15, 2016 Articulos

cASSEL

Vincent Cassel es uno de esos actores que, a la pregunta de “¿Quién es tu actor favorito?” no suele ser su nombre el que se contesta como primera opción. Sin embargo, y según transcurren los años, está de cada vez más presente en la mente de los cinéfilos como uno de esos actores sólidos, especiales, a quien los papeles de seres moralmente “diferentes” le sientan muy, muy bien. Cassel no tiene la apariencia del protagonista de películas románticas habitual, pero derrocha carisma más que suficiente como para meterse en la piel de cualquier personaje y hacerlo creíble. Esta semana, Cassel llega a nuestras carteleras con Mi Amor, todo un ejercicio de exploración dramática de una relación obsesiva.

Vincent Cassel nació el 23 de noviembre de 1966, hijo del también actor Jean-Pierre Cassel. Siguiendo la estela de su padre, quien fue descubierto por Gene Kelly y llegó a ser calificado como “el actor más seductor del cine francés”, el joven Vincent entró en la Escuela del Circo de Anne Fratelli. A partir de ahí, seguro de que había encontrado aquello a lo que quería dedicarse profesionalmente, estudió Arte Dramático en varias escuelas de París y en el Actor’s Institute de Nueva York. Su carrera como actor se inició sobre las tablas, actuando en la compañía teatral de Jean Louis Barrault.

Barrault, célebre actor, mimo y director francés, fue miembro del grupo de innovadores teatrales que revolucionaría el teatro francés en el período de entreguerras (mundiales) del siglo paso, Cartel des Quatre. De esta forma, un inicio tan prometedor marca la carrera del joven Vincent, quien solo tiene dos posibilidades: o convertirse en un debutante con suerte y escaso éxito posterior, o demostrar que en la compañía de Barrault no se entra por casualidad. Su tesón y su versatilidad, ya presentes en los inicios de su carrera, han hecho que, de forma arrolladora, gane la segunda opción.

Tras su debut teatral, el siguiente paso de Cassel es en la televisión, donde interviene la serie de televisión La belle anglaise. Poco después, en 1989, debutaría en el cine de la mano del realizador Didier Kaminka. Fue en la película Les Cigognes n’en font qu’a leur tête (Las cigüeñas hacen lo que les da la gana). A partir de ahí el actor colabora en una serie de proyectos poco destacables en el cine y la televisión, que van afianzando una interesante relación con el actor y director, Mathieu Kassovitz (sí, el novio de Amelie). En 1993, Kassovitz dirige a Cassel en Métisse. Sin embargo, habría que esperar a 1995 para que, gracias a La Haine (El odio), ambos se confirmaran como dos de las estrellas más prometedoras del cine francés. La película obtuvo tres premios Cesar: a la mejor película, al mejor productor y al mejor montaje. No hubo premio para Cassel, ni para Kassovitz en esta ocasión, aunque este último se haría con el reconocimiento al mejor director en el Festival de Cannes de 1995.

A partir de ese momento, Cassel iría intercalando proyectos en el cine francés con una creciente presencia en el cine internacional: Elizabeth, Le plaisir, Juana de Arco, El pacto de los lobos. Poco a poco, Cassel se iba convirtiendo en un rostro familiar. Un actor que se entregaba con la misma intensidad a secundarios de todo tipo y pelaje, que a protagonistas intensos. Su imponente físico (1,87m) y un rostro peculiar, han tenido una doble consecuencia en su carrera: Es cierto que al actor le hemos visto en pocas comedias “románticas”, pero también lo es que esto le ha facilitado la incursión en distintos géneros.

A partir del año 2000, con una carrera afianzada, ha continuado barajando proyectos más comerciales, con otros que podríamos calificar como de cine de autor: Los ríos de color púrpura, Irreversible (en la que coincidía con quien ha sido su pareja varios años, Monica Belluci) o Lee mis labios, de Jacques Audiard, por la que volvía a quedarse a las puertas de ganar el Cesar, o Ocean’s Twelve, son solo algunos ejemplos de lo bien que ha sabido seleccionar sus proyectos el actor.

Entre los años 2007 y 2011, Cassel encadenó una serie de proyectos que podríamos considerar definitivos: Promesas del Este (de David Cronenberg), las dos partes de Mesrine (de Jean-François Richet, por cuya primera parte conseguiría al fin el Cesar al Mejor Actor), Cisne Negro (de Darren Aronofsky) y, por último, Un método peligroso (película en que interpretaba un papel pequeño, que no menor, a las órdenes de Cronenberg). Un lustro de buen cine, magníficas interpretaciones y que podríamos considerar la cumbre de su carrera si no fuera porque aún no ha cumplido los cincuenta, y porque parece querer alargar esta fase añadiéndole títulos como El cuento de cuentos y Mi amor, ambas vistas en el Festival de Cannes del año pasado. Además también tiene pendiente de estreno en nuestra cartelera Partisan. Y, no lo negaremos, nos despierta una tremenda curiosidad lo que puede resultar de la reunión con Xavier Dolan en Juste la fin du monde.

IMMACULADA PILAR COLOM.-

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