VILLANOS DE CINE: LOS PAYASOS

Aparentemente, los payasos son una forma de introducir la risa, la ingenuidad y la infancia en una película. Sin embargo, en ciertas manos, pueden pervertirse hasta llegar a causar auténtico terror. Quizás porque se trata de la perversión de un símbolo, que irremediablemente relacionamos con momentos de alegría, de risas.

En el cine hemos tenido payasos de todo tipo, pero en el lado de los “villanos” vamos a destacar cuatro: el que supera al concepto villano para meterse de pleno en el concepto de maligno, los payasos enfrentados que en su locura arrastran al desastre a quienes les rodean y el sarcástico antagonista de uno de superhéroes por excelencia.

Pennywise, el payaso de “IT”

Cuando los payasos son utilizados para dar miedo en el cine, lo dan y mucho. Tenemos incontables ejemplos: el payaso poseído de Poltergeist (Tobe Hooper, 1982), el más reciente Capitán Spaulding de La casa de los 1000 cadáveres (Rob Zombie, 2003) o Pennywise, el payaso de It (Tommy Lee Wallace, 1982). Todos ellos son sin duda máximos candidatos a provocar coulrofobia (miedo irracional a los payasos) en cualquier espectador.

De todos ellos, nos centraremos en Pennywise, como ejemplo del mal absoluto vestido de payaso. Stephen King, creador de la criatura, nos ha dado personajes de toda calaña, pero su Pennywise queda como uno de los más aterradores de su particular colección. Inicialmente, este ser maligno no tiene forma definida, pero adopta normalmente la de un payaso, que nos recordará al que anuncia una conocida multinacional de comida rápida. Bajo esa forma, atrae a los niños y… Lo que acontece a continuación nos lo podemos imaginar. No deja de ser significativa, esa reincidencia, que resulta efectiva tanto a la hora de aterrar a niños como a mayores.

La adaptación de la novela, en formato telefilm, no le hace toda la justicia que se merece la novela. Sí es cierto, sin embargo, que Tim Curry, irreconocible bajo esa capa de maquillaje blanco provocaba el miedo en el espectador. De hecho, la película gana enteros con cada intervención de Curry, porque apela directamente al miedo que infunde a través de los protagonistas en el propio espectador.

El Joker, el enemigo más oscuro de Batman

Más bufón que payaso, el Joker era en sus inicios alguien que se limitaba a molestar a los policías de Gotham. Sin embargo, su imagen se redefiniría en 1973 con la publicación del cómic Batman Nº 251, en la que su personalidad ya muestra una terrible ambivalencia: es un genio, sí, pero también un homicida. Su imagen es la de un payaso con piel de color blanco, pelo verde y una marcada sonrisa en su rostro.

En el cine, el Joker ha tenido dos rostros: el de Jack Nicholson en la película de Tim Burton (1989), y Heath Ledger en El Caballero Oscuro, de Christopher Nolan (2008). Uno, el de Nicholson, más enfocado a la parodia y el otro mucho más serio, dentro del caos y locura que arrastra, pero ambos homicidas irredentos. Pero, lo cierto es que las dos interpretaciones tienen un recorrido similar: desde su exterior tan llamativo a su tendencia innata a generar el desorden, son diferentes interpretaciones, porque el tono de las películas también lo son, pero en ambos casos se potencia la figura del payaso, el histrionismo y el humor grotesco.

En la elección de un payaso como rival de Batman se trataba de poner al héroe contra las cuerdas, enfrentándole a aquello que es tan contrario a su naturaleza que puede resultarle hasta casi desconocido. El Joker es el desorden en el mundo ordenado de Bruce Wayne; la risa, aun cuando es macabra, dentro de la seriedad, y así hasta conformar el antihéroe en el más literal de los sentidos.

Sergio y Javier, payasos salvajes en Balada Triste de Trompeta

Dos antagonistas, dos personajes aparentemente tan distintos en sus orígenes que, a través de su obsesión por el amor de una mujer, acaban pareciéndose en las facetas más terribles de sus personalidades. Los payasos de la película que Álex de la Iglesia dirigió en el 2010, son seres contradictorios y ejemplifican lo conflictivo de la época en la que transcurre la película. El circo funciona en esta cinta como imagen de familia, en la que los payasos, que deberían ser los hermanos bonachones y chistosos, son quienes más miedo inspiran.

De Javier, personaje encarnado por Carlos Areces, sabemos desde el principio que es un ser marcado por las heridas de la Guerra Civil y el encarcelamiento de su padre, hechos que le van quitando la alegría y le convierten en el “payaso triste” perfecto. En cuanto a Sergio (Antonio de la Torre), no tenemos información sobre su pasado, pero en su primera (y memorable) escena ya somos capaces de aproximarnos a su personalidad. Su “porque si no fuera payaso, sería un asesino”, resume la psicología del personaje y hace que el espectador entrevea la violencia que se agazapa en él, que sin embargo no impide que sea el payaso favorito de los niños.

El conflicto que estalla entre ellos a partir de la siguiente escena, la del bar, será el eje sobre el que avance la película. Porque en realidad, Natalia (Carolina Bang) no es quien derrumba el muro de contención tras el que parece vivir Javier, como tampoco es quien provoca esas reacciones tan violentas en Sergio. Ella es más bien la excusa que tienen ambos para explicar su comportamiento, pasional hasta la locura y la obsesión. Seres que trabajan para hacer reír a los demás, para divertir a los niños, y que se dejaron su propio sentido del humor por el camino.

Una de las metáforas más logradas de las muchas con las que juega de la Iglesia, es la de la deformidad de ambos: autoimpuesta en el caso de Javier, y por un ataque de éste último en el caso de Sergio. Sus caras, a partir de esos momentos, parecen más acordes con lo que hay en el interior de ambos, esos seres de rostros irreconocibles, que son el espejo de dos almas atormentadas. Payasos que cuando actúan dejan que aflore el lado amable de dos seres que según avanza la película se tornan progresivamente más oscuros, más salvajes.

Sea como sea, estos son solo unos ejemplos de los payasos “oscuros” que nos ha dado el cine. Personajes cuya máscara no busca nuestra complicidad y proporcionarnos felicidad. Sergio decía que era payaso para no ser un asesino, sí, pero todos ellos son, o acaban siendo, asesinos vestidos de payasos.

IMMACULADA PILAR COLOM.-

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