Los 80’s fueron una década gloriosa en el que nos vienen a la memoria títulos que, muchos de nosotros vimos años más tarde, tales como Rebeldes (Francis Ford Coppola, 1982), Los Goonies (Richard Donner, 1985), Cuenta Conmigo (Rob Reiner, 1986) y Jóvenes Ocultos (Joel Schumacher,1987), por citar mis preferidas. Todos estos films se caracterizaban por estar protagonizados por niños que tenían que enfrentarse a la edad adulta y que se unían en pandilla para hacer frente a un objetivo común o una amenaza viviendo todo tipo de peligros o aventuras, ya fuera desde un enfoque de thriller, drama generacional, comedia o terror o fusionando varios géneros.

Los últimos años hemos asistido a un revival de películas que homenajean o ven con nostalgia los ochenta y se influyen claramente por su espíritu. Super 8, de J.J.Abrams e It, de Andy Muschietti serían dos películas muy significativas al respecto.

En esta línia de resurgimiento y amor por los 80 se enmarca Verano del 84, de los directores de Turbo Kid, François Simard, Anouk Whissell y Yoan-Karl Whissell. En esta ocasión, una pandilla de quinceañeros con las hormonas muy alteradas (propio de la adolescencia), liderados por un chico sensible e imaginativo, sospechan y tendrán que descubrir si un vecino de su urbanización, que es policía, es un asesino en serie, cuyas víctimas son niños y adolescentes, precisamente.

El que quiera pesquisas, investigaciones en grupito, vigilancias nocturnas en walkie talkie y en bicicleta durante un ajetreado verano lo va a encontrar, naturalmente. Aún así, echo en falta algo de chispa y de originalidad que haga elevarse esta película por encima de la media. Lo mejor es su idea original, es decir, que todo asesino vive al lado de alguien y que uno puede ser el vecino de un psychokiller sin saberlo porque éste lleva una vida normal y corriente. Lo peor es que esta brillante e inquietante idea no explota hasta la parte final con todas sus consecuencias más aterradoras e imprevisibles (ya que el film adolece de muchos tópicos y situaciones de manual).

Tampoco Verano del 84 se acaba de definir entre la comedia teen, el drama, el thriller y el terror, siendo su cóctel tan trillado como poco satisfactorio. De lejos, la media hora final es lo que deja mejor sabor de boca, aún así nos falta mucha más emoción durante el desarrollo de la trama. Una película que promete mucho más de lo que ofrece (excepto en su tramo final) y que se queda en un mero pasatiempo sin demasiada trascendencia.

SONIA BARROSO.-