VENCEDORES Y VENCIDOS

Bosques y minas gallegas, Segunda Guerra Mundial, postguerra española, brujería… ingredientes para una historia -basada en hechos reales- que atrae por su ambientación y dramatismo.

La película nos sitúa en las explotaciones de wolframio en Galicia, durante la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes se valen de la ayuda del gobierno franquista y el trabajo forzado de presos y aldeanos para extraer ese preciado material usado para construir su maquinaria de guerra. Los aliados intenta evitarlo por todos los medios, pidiendo ayuda a dos hermanas mineras y un preso andaluz al que ya no le queda nada que perder.

Estas dos hermanas, fuertes y sufridoras, interpretadas brillantemente – a destacar la extraordinaria interpretación de Marian Álvarez- juegan dos roles muy distintos, que se complementan a la perfección. Candela, más joven, dulce e impetuosa, se deja llevar por el corazón y su carácter bondadoso. Mientras que Manuela, desconfiada y ruda, es un perfecto “cordero con piel de lobo” y viceversa. Manuela es el eje en el que gira toda la película, un personaje que evoluciona durante todo el metraje.

Simón Casal nos ofrece una su opera prima que, aunque pueda parecer algo ya visto anteriormente, presenta suficientes matices para cargar a la cinta de personalidad propia. Aunque esa ambición de aunar más componentes narrativos de los necesarios, hace que en según qué aspectos flojee y no profundice lo suficiente para ser una cinta redonda. El guión -escrito a cuatro por Carmen Abarca, Felipe Rodriguez, Noelia del Rio y Paula Cons- presenta situaciones e incluso personajes que sobran. Unido a la inexperiencia de Casal que, aunque dirige con solvencia, intenta abarcar más de lo que puede.

La película sin embargo tiene carácter. Los hermosos paisajes Gallegos nos introducen de lleno en la historia, oscura y salvaje que nos cuenta. Y las interpretaciones del resto del elenco -aunque a veces excesivamente melodramáticas y forzadas- nos hacen disfrutar y perdernos por esos hermosos parajes gallegos.

CHEMA MARTÍN.-