UN PEQUEÑO FAVOR: OPORTUNIDAD PERDIDA

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Tras alcanzar el éxito con varias comedias, Paul Feig opta por un cambio de género con Un pequeño favor. Para la ocasión se ha rodeado de un plantel de actrices de primera línea, tónica habitual en su cine, como son Anna Kendrick y Blake Lively, completando el reparto encontramos a Henry Golding, Andrew Rannells o Kelly McCormack entre otros.

Basada en la novela de Darcey Bell, la historia nos presenta un thriller en el que Stephanie Smothers (Anna Kendrick), una madre viuda que apenas llega a fin de mes, demasiado empeñada en caer bien a los demás, y a Emily Nelson (Blake Lively), una madre liberal que parece tener una vida de ensueño, entablan una amistad a través de
sus hijos. Tras una llamada de Emily a Stephanie, esta desaparece sin dejar rastro. Stephanie comenzará una investigación acerca de la desaparición de su amiga destapando turbios secretos en torno a Emily y su pasado.

El principal problema que encontramos es su deseo por tomarse en serio a sí misma. Si bien durante el primer acto Feig nos presenta una mezcla entre thriller y comedia alocada que promete una historia de lo más estimulante, con diálogos afilados, recordándonos a su excelente película Espías; llegado el segundo acto se olvida por completo de la comedia para recurrir a ella en muy breves momentos, y solo volver a abrazar la comedia más desatada al final del tercer acto, demasiado tarde como para poder levantar el vuelo pasados sus primeros veinte minutos. Hay un momento en el que uno se pregunta si Feig no estará intentando hacer una parodia de los thrillers de
saldo, pero no hay ninguna pista que nos haga entender esto. Es una lástima, pues sus dos protagonistas están en estado de gracia; por un lado Kendrick es capaz de sostener con soltura el peso de la película, y su vis cómica está más que contrastada, por el otro, Lively, que parece pasárselo en grande con su personaje, roba cada escena a través de su magnetismo, lo que lleva a desear una mayor presencia en pantalla por su parte. El resto de actores cumplen sin llegar a destacar, a excepción de Andrew Rannells que sabe sacar provecho de sus pocos minutos en pantalla.

En definitiva, Feig nos entrega su película más endeble, en la que tenemos una sensación constante de lo que podría haber sido, para acabar tendiendo una historia que nos recuerda demasiado a un telefilm de sobremesa, con actrices muy superiores.

JOSU DEL HIERRO.-

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