THE TRAGEDY OF MACBETH: EL HOMBRE QUE NO SUPO REINAR

(1 votes, average: 4,00 out of 5)
Loading...

William Shakespeare lo inventó todo. Luego solo ha habido decadencia. Ningún tema ha sido tratado en la narrativa que no abordara el bardo inmortal antes. Así que podríamos decir que todo el cine es Shakespeare como todo el cine es western (y defenderé esta colina hasta la muerte).

A la hora de afrontar cualesquiera de las obras de Shakespeare hay que tomar una firme decisión: Literalidad o adaptación. En lo que concierne a la adaptación no hay nadie que haya alcanzado el grado de excelencia de Akira Kurosawa: Trono de sangre y Ran son tótems que no se han podido igualar ni se podrá jamás. En la vertiente más literal tenemos a Olivier, Brannagh y, sobre todo, Orson Welles. El genio Welles tocó ambos palos; la literalidad, con su Macbeth y Otelo y la adaptación, con Campanas de medianoche, para un servidor su obra magna.

Joel Coen, separado esta vez sí, de su hermano Ethan, que está a otros menesteres, opta por la literalidad en The Tragedy of Macbeth, su película para Apple TV (y A24, que está en todos los lados últimamente) y no le ha podido salir un Macbeth más literal. Cuando se toma ese camino, la obra se vuelve un poco más teatral y menos narrativa cinematográficamente hablando: se utilizan los monólogos para expresar pensamientos y los diálogos para narrar hechos sucedidos fuera de plano (o escena). Eso que en teatro funciona en cine nunca termina de funcionar. Las decisiones tomadas por Welles en su Macbeth (o Othello), planos muy cerrados y espacios opresivos, son estilísticas y por necesidades de producción. No podemos olvidar que las fue rodando a pedazos a lo largo de los años cada vez que conseguía algo de dinero. Las decisiones estilísticas tomadas por Joel Coen son meramente personales, dando como resultado una obra del mal llamado teatro filmado. ¡Pero qué obra! Si se aceptan las condiciones que ofrece es altamente disfrutable.

Este Macbeth opresivo está bellamente filmando en un blanco y negro límpido y contrastado donde las sombras ocultan mucho más de lo que muestra la luz. Encuadres contrapicados y planos muy cortos dan paso a planos generales, casi vacíos, partidos por la iluminación expresionista a cargo de Bruno Delbonnel. Joel Coen no se esconde en ningún momento de que su obra está filmada en plató, incluso el audio de los exteriores suena a interior y jamás a exterior. Sus interiores son Wellesianos y sus exteriores cargados de niebla, puramente Kurosawaianos. Permitidme los palabros.

Pese a carecer de humor está mucho más cerca de la obra de los hermanos Coen, aquí sí los dos, de lo que a priori podríamos imaginar. No en vano el personaje interpretado por Denzel Washington es un pobre hombre que toma una decisión errónea fruto de las circunstancias (y su ambición) y tiene que apechugar con ella hasta quedarse completamente solo. Y eso, lo hemos visto ya.

The tragedy of Macbeth trata sobre ambición, traición y enajenación o locura. Tras una batalla, Macbeth y Banquo (Bertie Carvel) encuentran a tres brujas (increíble Kathryn Hunter) que les auguran un futuro prometedor: a Macbeth que dispondrá de una segunda baronía (thane) y luego será rey y a Banquo que no será rey pero engendrará reyes.

Estos pequeños nobles escoceses no le dan mucha importancia al augurio hasta que el rey Duncan (Brendan Gleeson) le concede a Macbeth el título de barón de Cawdor por su gran labor en la guerra contra los noruegos e irlandeses. A partir de ese momento y por con el empujón de su esposa, Lady Macbeth (Francesc McDormand), ambicionará el trono hasta conseguirlo. Pero estar en el trono y más gracias a la sangre derramada, conlleva verte rodeado de enemigos, reales e imaginarios, y cargarte de culpa por ello hasta llegar a la locura. No voy a hablar de la evolución de personaje porque no podemos olvidar que estamos tratando esta obra con los cánones del teatro y no con los del cine. Son cinco actos y con el perfil de los personajes bien diferenciados en cada uno de ellos.

La única pega que le pongo a The tragedy of Macbeth de Joel Coen es en el apartado interpretativo. Soy incapaz de creerme a casi ninguno de los actores y actrices, en especial al propio Denzel Washington. Creo que su declamación y su lenguaje gestual y corporal no está a la altura pese a tener porte de sobra para el papel. Todos me parecen demasiado “modernos”, demasiado actuales a la hora de hablar. Pero que estas carencias no nos nublen el juicio, estamos ante una obra valiente, arriesgada y en cierto punto hasta mística, lo que le acerca ligeramente a The Green Knight, que vale mucho la pena ver y que, por desgracia, no podremos ver su hermosas imágenes en formato 1.33 en pantalla grande. Cosas del cine actual.

MANEL SÁNCHEZ.-

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *