Cuando yo tenía 20 años cantaba en una banda de rock. Hoy esto no es más que una anécdota para contar a mis nietos en un futuro y que no me vean simplemente como una anciana que les atormenta a besos y así piensen: “la abuela mola”; pero si en aquel momento me hubieran dicho que podría perder la audición, simplemente imaginarlo, el mundo se me habría venido encima. E incluso hoy en día, para los que la música es parte imprescindible de nuestra experiencia vital, perder el oído es una catástrofe. The Sound of Metal nos sumerge en esta circunstancia sin melodramas, sin paños calientes y sin edulcorantes.
Ruben Stone, interpretado magistralmente por Riz Ahmed, es un joven baterista, extoxicómano, de un dúo de rock metal. Vive con su compañera de banda, que es también su pareja sentimental, en una enorme caravana en la que recorren el país bolo tras bolo.
Hasta aquí, todo bien. Pero los sueños de futuro basados en el éxito del grupo están a punto de desmoronarse. De la noche a la mañana Ruben se queda sordo y aquí empieza la verdadera película, la que nos va a mantener con la respiración contenida todo su metraje. Acompañaremos a Ruben en su viaje hacia la aceptación de su nueva situación, su discapacidad, la peor a la que un músico puede enfrentarse.
Es tal la angustia que Ahmed nos transmite en su interpretación, sin histrionismos, completamente natural, centrada en la expresión de sus ojos, que en algunos momentos tendremos la necesidad de que el ritmo de la cinta sea mayor, por momentos nos podrá parecer demasiado pausado, necesitaremos que ocurran cosas y que ocurran ya, pero el resultado final de la película no sería el mismo sin el ritmo reposado de la misma, que coquetea constantemente entre la ficción y el documental tanto en el enfoque de la historia como en el de la toma de sus planos, muchos de ellos cámara en mano.
En el pasado nuestro protagonista ha tenido que enfrentarse a sus adicciones para poder superarlas y ahora tendrá que volver a hacerlo para aceptarse y adaptarse a su nueva realidad. Ingresa en un centro especializado para sordos, donde niños y adultos conviven con su discapacidad. Se adapta pero le es difícil aceptarse. Se despoja de su pasado para ayudar a construir su futuro, que le ayudará, supuestamente, a recobrar ese pasado del que no se quiere desprender, pero las experiencias traumáticas difícilmente nos transportan al punto de partida. He de decir que el conjunto de actores sordomudos que acompañan a nuestro protagonista dotan de un realismo abrumador a la cinta y consigue que podamos entender su realidad de primera mano.
Como no podía ser de otra forma, el sonido, o la ausencia del mismo, son parte fundamental de esta película y merecen mención aparte. La yuxtaposición entre la música metal y el silencio, provocado por la sordera, es una clara declaración de intenciones respecto a lo que la cinta nos quiere contar. La utilización del audio en este film es más que sobresaliente, de hecho, para mí, es el hilo conductor del mismo, con un peso mucho más importante que la utilización de las imágenes. Lo que nos cuenta el silencio absoluto, cómo este silencio transforma la realidad que vemos; y el ruido y la distorsión del sonido son un curioso paralelismo musical. El sonido es utilizado como si de un plano subjetivo se tratase para que podamos entender la realidad de los personajes.
Riz Ahmed se ve acompañado en esta cinta, dirigida por Marius Marder, por Olivia Cooke (papel por el que en un principio se apostaba por Dakota Johnson), Paul Raci, Lauren Ridloff y Mathieu Amalric todos ellos con unas interpretaciones a la altura de la de nuestro protagonista, aunque, como ya he dicho, gracias a su magistral actuación, no me extrañaría que Ahmed se enfundara más de una nominación por su trabajo y algún que otro premio.
The Sound of Metal es una película que nos hace poner el punto de mira en la fragilidad del ser humano y de sus sueños, que hace que reflexionemos sobre la inconsistencia de todo aquello que damos por sentado, pero que a su vez nos muestra la capacidad que tenemos para levantarnos después de los golpes, la facultad de adaptación que poseemos y cómo nuestra evolución personal debida a nuestras circunstancias, por duro que pueda parecer, nos hace ser quienes somos y llegar a aceptarnos a pesar de nosotros mismos.
VANESA LORENZO VIVAS.-