THE PROM: UN COLLAGE FALLIDO

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PROM

Es difícil esclarecer de qué trata exactamente The Prom. La premisa base del musical, aunque algo retorcida, parece sencilla. Un grupo de viejas glorias de Broadway (interpretadas por Meryl Streep, James Corden, Nicole Kidman y Andrew Rannells) decide viajar a Indiana para mejorar su imagen pública defendiendo la causa de una joven estudiante lesbiana que ha sido excluida de su baile de graduación. A partir de ahí, la película se convierte en un cajón de sastre que abarca desde la autoparodia al sentimentalismo, tratando temas tan diversos como el amor, la tolerancia, las relaciones paternofiliales, la amistad… en definitiva, un auténtico despropósito.

Ver a Meryl Streep haciendo cine siempre es un placer y eso hay que valorarlo. Incluso en un contexto tan desesperanzador consigue brindarnos buenos momentos, hacer que valga la pena. Y ese no es el único punto positivo de The Prom. Lo cierto es que hay momentos que consiguen arrancar sonrisas. Otros que incluso podrían suscitar una lágrima despistada en los ojos de algún espectador. Además, su importantísimo mensaje de tolerancia hacia la diversidad sexual y su aroma de “feel-good movie” pueden convertir la experiencia en algo más llevadero.

Por el resto, el musical de Ryan Murphy no funciona. Empezando por lo más elemental: las canciones no enganchan. No tienen fuerza, no son pegadizas. Salvo alguna excepción puntual, la tendencia es desear que acabe la canción y vuelvan los diálogos, y eso condena a cualquier musical, por más bueno que sea el guión. Sobre todo, si tenemos en cuenta lo flojos que son también los diálogos.

Por otro lado, hay personajes que no se entiende muy bien qué papel tienen en la película. Nicole Kidman aparece de repente al principio del filme (aún no se muy bien por qué) y su peso en la trama pasa de cero a cien, y vuelve nuevamente a cero, sin haber hecho ninguna aportación importante. Lo mismo pasa con el personaje de Andrew Rannells. Muy probablemente, la única razón para incluirlos en la trama son las canciones que protagonizan respectivamente, y que al menos son dos de los mejores momentos de la cinta. Una cinta que podría mejorar bastante si no fuera por todos estos añadidos innecesarios que restan importancia a la supuesta protagonista (la joven estudiante, interpretada por Jo Ellen Pellman) y que hacen que dure 131 minutos.

En cambio, Murphy acierta en los momentos más dramáticos. Suelen aparecer de la nada y contienen altas dosis de azúcar, pero la película mejora en este tipo de escenas e incluso consigue crearnos un nudo en el estómago y que empaticemos con los personajes. Otro logro especialmente reseñable, ya que generar empatía hacia estrellas del teatro nunca es tarea fácil. The Prom, sin embargo, consigue humanizarlos y acercarlos al espectador. Y lo hace sin escatimar recursos en una espectacular producción que emula el más puro estilo Broadway.

No obstante, lo nuevo de Netflix peca de ser algo naif. Ojalá pudiéramos combatir la intolerancia a base de canciones, pero la realidad es algo más complicada, y quizá enfoques como este no hacen más que banalizar el problema. Sin embargo, hay que tener en cuenta a qué públicos se dirige la película, que está diseñada para llegar especialmente al público adolescente y al colectivo LGTBQ. Unos públicos que probablemente dejen de lado aspectos más técnicos como la consistencia del guión y simplemente se dejen llevar por una película que apela a sus sentimientos, habla de ellos y les hace sentir bien. Y es que el cine, amigos, también es eso.

MARTÍ ESTEBAN.-

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