THE PRODIGY: PROMESAS INCUMPLIDAS

(1 votes, average: 2,00 out of 5)
Loading...


The Prodigy, la nueva película de Nicholas McCarthy, llegaba acompañada de una promoción excelentemente orquestada con la que nos prometían una de las películas más terroríficas de los últimos años.

El guión a cargo de Jeff Buhler nos narra la historia de Sarah (Taylor Schilling), una madre primeriza que pronto descubre que su hijo, Miles (Jackson Robert Scott), es muy diferente a los demás. El comportamiento del pequeño se irá volviendo cada vez más extraño y violento, lo que hará que Sarah busque ayuda, dando con Arthur Jacobson (Colm Feore) quien sospecha que hay un espíritu en el interior de Miles.

Las anteriores películas del director –El pacto y Home– nos dejaban entrever un realizador con un gusto especial por el terror que sin embargo terminaba fallando en el desarrollo al dejarse llevar por los tópicos más manidos. Ambas películas cumplían su propósito pero no iban más allá del típico pasatiempo para una tarde de domingo. La premisa de The Prodigy, junto con las informaciones que aseguraban que había tenido que volver a editarse por ser excesivamente terrorífica, hacía presagiar que al fin el director había decidido dejar de pilotar con el freno de mano echado y se había dejado llevar por su lado más salvaje. Los primeros compases de la película así lo confirmaban.

Tras un prólogo rodado con pulso y dotado de un nervio que te dejaba pegado al asiento, entramos en el desarrollo de un primer acto con ciertos tópicos pero todos ellos muy bien salvados. Sin embargo, una vez entrados en el segundo acto, McCarthy vuelve a caer en los malos vicios de sus anteriores trabajos y parece tener demasiado miedo a arriesgar, lo que termina desembocando en un trabajo un tanto anodino con destellos aquí y allá.

Tampoco ayuda especialmente la labor de Buhler, y es que el guión usa todos los clichés del género sin tener sin ninguna intención de disimularlo. Hay algunos momentos donde parece querer dar un paso más que el resto de películas del mismo estilo, sin embargo rápidamente rectifica y vuelve al camino establecido por todas las anteriores. Incluso en su desenlace bebe descaradamente de uno de los clásicos, lo cual podría parecer un guiño simpático si no fuese porque son demasiados los homenajes.

En el apartado actoral, los protagonistas hacen lo que pueden con personajes que no dan para mucho más, Schilling –alejada de su personaje de Orange is the new black– es quien mejor saca partido a su personaje, mientras que el joven Scott es capaz de transmitir terror e incomodidad en el espectador a pesar de su aspecto dulce.

Aún así, como decimos encontramos ciertos destellos a lo largo del largometraje que hacen que no termine perdiéndose del todo, como por ejemplo la escena de la hipnosis entre el personaje de Miles y de Arthur Jacobson, donde la película nos demuestra lo que pudo ser y no fue.

En definitiva, estamos ante una película que cumplirá para los más novatos en el cine de terror pero que sonará a algo ya ha visto para cualquiera mínimamente iniciado. Al final te queda el deseo de que, si es cierto que la película era tan terrorífica antes de la reedición, la hubiesen mostrado tal cual era.

JOSU DEL HIERRO.-

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *