Menú
THE NEON DEMON: ARRIESGADA, DIFERENTE Y PERSONAL
noviembre 30, 2016 Articulos

neon

El primer motivo para, si no adorar, empezar a prestarle algo de atención a The Neon Demon, es el tipo de propuesta que Nicolas Winding Refn nos está presentando: Algo diferente al grueso de la cartelera, arriesgado y personal, un soplo de aire fresco en toda regla que viene a revitalizar un consumo cinematográfico cada vez más esquemático. Lo cierto es que me tiene algo harta que casi todas las películas parezcan sacadas de una factoría, cortadas por el mismo patrón y tan masticadas que no te hacen mover ni sola una neurona; así que me encanta recibir esa sacudida tan característica al saber que estoy viendo algo diferente.

Una vez expuesto esto, también decir que puedo entender perfectamente que esta película no guste a todo el mundo, pero aquí voy a hablar de los elementos que a mí, particularmente, me han conquistado de este film.

Para empezar, la trama, que ya de por si me pareció muy atrayente; y es que incluye en la ecuación esos instintos que muestran la cara menos amable del ser humano, como son la envidia y la arrogancia, fácilmente situables en un contexto tal como es el de las pasarelas, pero también muy sencillos de extrapolar a nuestra realidad cotidiana. The Neon Demon es una película que parece buscar la truculencia (y regocijarse en ella) en algunas de sus escenas, pero a mi parecer simplemente ejerce una sencilla alegoría de la sociedad actual, y lo hace mediante el poder de las imágenes y del simbolismo. Incluso ese final, que roza lo absurdo y lo demencial, pone de manifiesto, precisamente, lo ridículos que llegamos a ser en nuestra obsesión por el físico y por destacar; está llevado al extremo, sí, pero…¿nos hemos parado a pensar dónde están los límites de nuestra sociedad actual?

Hay suficientes sombras como para responder a la incógnita sobre ese “demonio de neón” y, probablemente, la mayor parte de las supuestas respuestas serían correctas. Para mí, los aspectos “diabólicos” de la cinta serían tres: El primero, Jesse tomando consciencia de su poder durante la escena de la pasarela, observando con una mezcla de horror y fascinación su propia imagen y adoración. Egolatría pura unida a lo onírico en la escena más David Lynch que encontraremos en el film. El segundo “demonio” de la cinta serían las propias compañeras que forman la competencia de Jesse, frías, hieráticas y al mismo tiempo, temblorosas de ira al verse sobrepasadas por la recién llegada. Esa pulsión que mezcla admiración y envidia va tomando cada vez más cuerpo, y se va volviendo una presencia más amenazadora, intangible, pero a la vez muy presente en el grueso de la cinta. Y el tercer y último demonio, pero no por ello menos importante, sería el formado por el fantasma del rechazo, una fuerza incluso más poderosa que las demás.

Otro aspecto muy remarcable de The Neon Demon es sin duda su estética: El uso del color, medido para crear contrastes e imágenes que resuenen en la memoria una vez vistas; la puesta en escena, muchas veces suficiente para mostrar la cara más gélida de una industria que secciona sin contemplaciones aquello que ya no le sirve y que idolatra la belleza por encima de cualquier otro valor (pues no hay nada más que merezca la pena adorar). Muchos de los planos están muy bien escogidos para crear distancias (físicas y emocionales) y para sumergirnos en un mundo que se parece al nuestro pero que no lo es del todo, como si al visionar la película nos hubiera absorbido una dimensión alternativa, similar pero que chirría en el recuerdo como un sueño que no termina de encajar.

Todo esto, sumado a la buena labor del reparto, han hecho que para mí The Neon Demon se haya convertido en una de las cintas más remarcables que he podido ver a lo largo de este 2016.

NOEMÍ ESCRIBANO.-

Deja un comentario
*