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THE LITTLE THINGS: PEQUEÑOS (GRANDES) DETALLES SIN PASIÓN
febrero 23, 2021 Articulos

Que a mí me gustan los thrillers me parece que ya es de dominio público. En los años 90 se vivió una de las grandes épocas doradas del género con David Fincher, gracias a Seven y a Jonathan Demme, con El Silencio de los corderos. Ambas películas partían de la misma base, que recoge este The Little Things, es decir, de una trama de investigación policíaco-criminal para tratar de capturar a un asesino en serie de distinto pelaje (bien puede ser psychokiller, caníbal o asesino sexual), cuyos crímenes eran de naturaleza tan sórdida que atentaban contra la propia condición humana, de la cuál podría aprovecharse para hacer una reflexión sobre el origen del mal. En los 2000, David Fincher siguió haciéndolo en Zodiac y Nic Pizzolato recogió muy bien esta tendencia en la primera temporada de la serie True Detective.

Ahora nos llega esta película que, haciendo acopio de todos estos elementos y lugares comunes del subgénero, acaba pinchando por no saber crear la atmósfera malsana ni tampoco saber ahondar en los oscuros recovecos del alma humana ni en el origen del mal. Sino que se convierte un caza y captura al asesino que pone en jaque a una comunidad resulto de manera tan tediosa como convencional. Muy a pesar de utilizar la banda sonora como recurso dramático y de tensión hasta la extenuación y apoyarse en tres actores, dos policías de distinto carácter y modus operandi (ninguna novedad bajo el sol), aquí representados por Denzel Washington y Rami Malek, que tienen que dar caza a un asesino de mujeres, interpretado por Jared Leto que, sin hacer mucho esfuerzo más que un poco de cambio físico (ojeroso, demacrado, pelo sucio y barriga incipiente) consigue ganar la partida a sus compañeros de reparto con facilidad pasmosa. Lo que no significa que sea su mejor rol ni que merezca las nominaciones como actor de reparto en los SAG Awards ni en los Globos de Oro. El hecho de ofrecerle un villano distinto al comiquero Joker puede ser uno de los alicientes que acerque a los espectadores al cine.

 

Y, si bien es cierto que cuándo aparece en pantalla se anima la función y la eleva un poco, por encima del sopor generalizado de la película, a la que le falta garra y tensión dramática durante las casi 2 horas y 20 minutos de metraje -me pregunto cómo sería este mismo film con unas buenas tijeras en la sala de montaje y si le beneficiarían en cuánto a agilidad expositiva de los acontecimientos narrados-, estamos ante uno de los thrillers más olvidables y más plomizos de los últimos años. Ojalá un director con más personalidad que la que demuestra John Lee Hancock tras la cámara. A mí, particularmente, «se me hizo bola», coloquialmente hablando, durante casi todo el metraje. Estamos ante un thriller muy poco apasionante y eso es imperdonable.

SONIA BARROSO.- 

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