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THE LAST DUEL: LAS CARAS DE UN RELATO
noviembre 2, 2021 Articulos

Mucho se ha comparado a este The Last Duel con Rashomon, de Kurosawa. No en vano, la cinta del director nipón fue su salto al estrellato internacional y su original premisa planteaba una interesante disyuntiva. ¿Si el relato es distinto según quién lo cuenta, cómo podemos conocer la verdad? Un tema que a aquellos que nos interesa la historia como disciplina académica nos preguntamos continuamente.

El film de Kurosawa, no obstante, tomó una dirección muy diferente a la que ha realizado ahora Scott. Para el director de Ikiru no se podía conocer la verdad dejando que fuera el espectador el que se preguntara sobre la imposibilidad de conocer la misma. No obstante, para Scott si que hay una verdad ineludible entre los tres relatos de una misma historia que conforman la trama de su último film. Tres relatos inspirados en una historia real acerca de una violación en la Francia del siglo XIV y que presenta a los personajes de Matt Damon, Adam Driver y Jodie Comer como héroes de su propio relato.

La premisa es atractiva, pero también plantea un montón de escollos que hay sortear. El punto de partida bien podría acabar teniendo mimbres panfletarios. Scott podía haber optado por remarcar su tesis desde el minuto uno, a través de personajes unidimensionales que expresan sermones sin ser orgánicos en pro del mensaje que quiere transmitir. Por fortuna, y aunque su postura queda mas que clara, el director de Gladiator (a partir de un guión del tándem Ben Affleck-Matt Damon junto a Nicole Holofcener) no opta por esa opción. Scott quiere que a partir de los tres relatos podamos confeccionar como espectadores un mosaico de la verdad y, a partir de esa idea, vamos conociendo la verdad con todas sus aristas y con personajes complejos así como muestra como funcionaba la mentalidad del siglo XV. Con ello vemos una sociedad patriarcal que nos sirve como pertinente espejo de nuestro presente. Y es que si Gladiator era una crítica al neoliberalismo en forma de péplum y El reino de los Cielos una crítica a la guerra de Irak ambientada en las Cruzadas, este The Last Duel aborda, desde la Francia medieval, el tema del Me Too y los pecados que Hollywood lleva silenciando durante décadas.

No obstante, hay otro obstáculo aun mas evidente al contar la misma historia desde tres puntos de vista: Caer en la reiteración narrativa, repitiendo escenas sin aportar nada al espectador. Y aquí es cuando empiezo a hablar del otro aspecto destacable del film (junto a los actores que hablaré luego). Se trata de la técnica. Por un lado, la fotografía de Darius Wolski nos transporta a una Edad Media típica del director de Gladiator (cuya estética haría vibrar a Viollet Delluc o a las románticos del siglo XIX) con una Notre Damme digital en construcción, con hermosas y muy «medievales» fachadas de castillos como el de Beynac y con mercados «turísticos» donde se puede sentir la sal esparcida en los alimentos.

Y es que desde el minuto uno, esa estética mítica (y arrolladora) te lleva a esa Francia legendaria. que poco a poco irá desmitificando a través de lo que cuenta. Y por el otro, el empleo del lenguaje cinematográfico que el realizador emplea para ser fresco y pertinente en cada momento. Y es que, gracias al ágil montaje y al uso de la elipsis, -cuyos huecos rellenaremos a medida que cambiamos el punto de vista -, o a la distinta planificación de las escenas axiales a las diferentes ópticas del film, el film no cuenta nunca lo mismo si no que va en un in crescendo hasta el duelo final. Un duelo final que constituye el clímax de la película y que, junto a las fugaces escaramuzas del film, -quien quiera acción no lo va a encontrar, eso sí, solo leves chispazos-, nos recuerdan que estamos ante el director de Gladiator y pocos ruedan este tipo de escenas como él.

Por último, hay que hablar de los actores que es el gran plato de este film. Empezando por los personajes secundarios. Entre ellos destaca un Ben Affleck desatado como roba-escenas de la función -una especie de rock star meets Harvey Weinstein, como el Conde Pierre d’Alençon-. Matt Damon brilla como Jean de Carrouges (gran año este como demostró en Still Water), un tipo tosco y estulto, que vive en su propio sesgo donde su honor y su fe es su único motor.

Por su parte, Adam Driver realiza el aún mas difícil papel del caballero «trepa» y libertino -que se cree un caballero como el de los cantares tipo Arcipreste de Hita-, acusado de violar a la mujer de Carrougesy demostrando que es de los mejores actores de su generación. Aunque la función es para ella, una Jodie Comer que deja atrás su rol de Killing Eve para convertirse en la merecida heroína de la historia, otorgando los matices y la fuerza al personaje que necesita. Ojalá esté nominada al Óscar por su interpretación, pero dado como se está desarrolla la campaña de premios en el momento de escribir esta líneas, la cinta no ha tenido ningún éxito en su país de origen y eso es mala señal (ojalá me equivoque). Y sí, es mala señal no sólo de cara a premios sino que, personalmente, es un mal presagio en términos generales.

Porque para quien esto suscribe, The Last Duel es de las mejores películas estrenadas en 2021: Un relato de intriga medieval, -cuyo libreto adapta la historia real recogida en una novela de Eric Jager-, que nos recuerda que la verdad es más complicada, incómoda, -ojo a un par de escenas muy duras de ver- y poliédrica de lo parece a simple vista. Un relato que apela a que tenemos que luchar por defender la verdad, por cruda y compleja que esta sea, para que de una vez por todas se dejen de instrumentalizar las historias para legitimar discursos de opresión.

JOAN BOTER.-

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