SOPA DE COWABUNGA

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Atención palomiteros de pro: El modelo Michael Bay acaba de mutar en una variante que, de bien seguro, nutrirá de sana autocompetencia al original. No es que la película sea la monda, pero es que a diferencia de la saga robótica, Las Tortugas Ninja, de Jonathan Liebesman, no sólo son conscientes de sus limitaciones, sino que se aprovechan de ellas de una forma admirable. Para empezar, 100 minutos, pues esto no es la Vida de Adèle y no hace falta desarrollar profundidad dramática. Después, el argumento: Sencillo pero existente y con una claridad y ritmo narrativo qué hace que no pestañees durante el metraje.

A diferencia de muchas sagas, la remodelación de su universo es sólida y no tiene fisuras, algo menos habitual de lo que debería ser en las diferentes adaptaciones de personajes comiqueros. El tono: Naif, bobalicón, pero nunca estúpido,ideal para su target. Y las tortugas: tan excelentes a nivel digital ( ejemplar trabajo de ILM con Pablo Hellman a la cabeza) como a nivel de configuración dramática de personajes. Con cuatro pinceladas, se crean roles definidos y de carisma arollador. Y las tortugas lo son en este relato cuya textura cartoon de imagen saturada tiene mucho mas de la serie de animación original de lo que cabía esperar.

No en vano, los signos que han convertido al director de la Roca en un autor ( pese quien le pese) están recogidos por su discípulo, Johnatan Libesman, que viene mucho mejor arropado que en el greek fantasy de Ira de Titanes, y en todos los sentidos.  Dichos signos identitarios son, básicamente la grandilocuencia del sentido épico formal 2.0 : música onmipresente (y pegadiza, para qué negarlo), multiplicidad de planos imposibles por minuto (el camión en la nieve es uno de los ejemplos mas representativos de dicho rasgo), su sentido popular de la cultura, el slow motion como subrayado de la épica en cantidades generosas; y el gusto por el catastrofismo urbano; ideal para colar product replacement del tamaño de los quelonios protagónicos. Aquí todo ese conjunto de principios del mainstream Baythem se encuentran bien empaquetados en versión menú infantil, ideal para la desconexión y el placer lúdico.

Hay pegas, claro. Megan Fox no es April. No me parece nada creíble y la Mikaela de Transformers ejerce de protagonista, sobre todo en su primera mitad (suerte de Will Arnett, cuyo contrapunto cómico esta “al dente” y nunca se sale de madre). Whoopi Goldberg no podría estar más desaprovechada y no sabemos si su inclusión en el film es una excusa para hacer un guiño a la generación catódica de dónde vienen las tortugas mutantes u otra cosa, porque no aporta nada. Y las primeras secuencias de acción son excesivamente mareantes pese a su sencillez, debido a que uno le resulta no sólo muy complicada deducir que pasa no sólo en cada fotograma; si no en el conjunto de acciones paralelas que conforman dicha set pieces.

Mucho mejor son las últimas, cuya mejor exposición visual explota el potencial pirotecnico de este “sábado por la tarde” que este Ninja Turtles ( o mejor dicho, Tortugas Ninja. La no traducción del título es un hecho, digamos, incomprensible). En fin, que seguramente me he extendido demasiado. Mejor vayan a verla con la cabeza de un niño de 4 a 12 años, tomen una pizza en lugar de palomitas y griten «Cowabunga» antes de entrar a la sala. Seguro que entonces pasaran 100 minutos de placer cómplice.

JOAN BOTER ARJONA.-

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