EL SEÑOR DE LOS ANILLOS EN EL CINE IV: VOY CAMINO MORIA.

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En nuestra anterior entrega conocíamos a Peter Jackson y su filmografía previa a la adaptación cinematográfica de la obra de Tolkien a la gran pantalla. Una adaptación que no estuvo exenta de problemas y obstáculos que casi dan al traste con la realización del proyecto. Solo el empeño de Jackson, que habría de convertir su mastodóntica producción de fantasía en su seña de identidad, fue el combustible suficiente para que una legión de fans -viejos y nuevos- se maravillaran ante una pantalla grande.

Fue en noviembre de 1995, en plena producción de Agárrame esto fantasmas, cuando descolgó el teléfono para mandar un recado a su agente, en una conversación que resultaría algo parecido a esto:

  • Jackson: Oye (insertar aquí el nombre deseado), ¿por qué no curras un poquito y me buscas quien tiene los derechos de El Señor de los Anillos, para una historia que tengo en mente.
  • Agente: Pero Peter, ¿qué estas tramando ya?
  • J: Tu búscalos que para algo te pago y a ver cuántos billetes piden
  • A: No estarás pensando en hacer una película de los libros ¿verdad?
  • J: Je je je je, una película dice…

Meses después de esta acalorada conversación y tras averiguar quién tenía los derechos, el precio para obtener los mismos, y negociar arduamente para conseguirlos, se puso a trabajar junto con su mujer Fran Walsh y Philippa Boyens en la redacción del guión de su futura adaptación.

Sin embargo, no todo fue un camino de rosas. Miramax, la productora que estrenaría Agárrame esos fantasmas, en principio, aceptó poner el montante económico necesario para la realización de la mastodóntica producción en un proyecto de dos películas. Mientras tanto, el director firmaba el contrato con la empresa neozelandesa WETA Workshop, principal factoría de efectos especiales del país austral que rápidamente se puso a trabajar en el aspecto visual de la cinta. A su vez, Jackson, Fran y Phillipa decidieron dedicar jornadas maratonianas para conseguir dar una forma final al guión.

En 1998, tras tres años de trabajo, tanto Peter como WETA tenían ya perfilado casi toda su versión de la obra de Tolkien en dos guiones. Sin embargo, Miramax, se echó atrás alegando la carestía del proyecto solo en la preproducción. La productora decidió cortar el proyecto a una sola película y Jackson se plantó, por ahí no pasaba, y rechazó realizar la película con Miramax. Esto no desanimó a nuestro querido amigo Peter y preparó, junto con WETA una cinta a modo de maqueta con algunas escenas del guión y diseños artísticos de la producción con el fin de patearse Hollywood en busca de una “major” dispuesta a arriesgar el dinero en tal empresa.

Dos semanas le hicieron falta a Jackson en Los Ángeles para que New Line Cinema accediera a poner 300 millones de dólares para financiar el vasto proyecto. Aceptaban, no solo las dos películas iniciales, si no que apostaban por realizar tres, una por cada libro -con lo que le gustan lo de las trilogías a Peter-. La comunidad del anillo, Las dos torres y El retorno del rey tenían luz verde y se estrenarían en las navidades de 2001, 2002 y 2003 respectivamente.

Rápidamente tanto Jackson como el equipo de WETA volvieron al trabajo para intentar buscar el mayor realismo al mundo de fantasía de Tolkien. Todos los paisajes, recovecos, cuevas, espacios, viviendas, razas, personajes… para Jackson todo tenía que ser real y palpable. Para ello encontró en su Nueva Zelanda natal los paisajes que John Ronald imaginara en la concepción de su mundo mágico. Jackson, que buscaba ser lo más fiel posible a la obra, recurrió a los servicios de Alan Lee y John Howe, ilustradores de las obras de Tolkien para los diseños de su adaptación. Millones de lectores de habla inglesa asociaban la Tierra Media con las ilustraciones de estos dos artistas y eso ayudaría que se sintiera todo mucho más real y orgánico para los fans de la obra escrita.

Con los diseños establecidos, se trabajó contra reloj para la realización de los decorados, miniaturas y diversas construcciones que habrían de utilizarse en el rodaje. La magnitud de estas miniaturas se puede ver en la torre de Barad-dûr que fue construida en un espacio de un año entero de trabajo y que tenía más de dos metros de altura. Una vez realizadas estas estructuras, fueron rodadas por el director de fotografía Alex Funke, que había ganado un Oscar por los efectos especiales de Desafío total (1990). Junto con la realización de las figuras, un equipo de jardineros plantó 5.000 metros cuadros de campos de verduras y floridos jardines un año antes de empezar el rodaje, con el fin de dotar de realismo a los paisajes naturales. También se construyeron algunas de las localizaciones más emblemáticas como Bolsón Cerrado, las minas de Moria o la posada del Pony Pisador de la aldea de Bree. Al final el inmenso decorado, con cada una de las principales estancias construidas estaba finalizado y la sensación de inmersión en la obra de literaria de Tolkien era real y palpable como buscada Jackson.

Con el guión a punto de terminar, los mimbres del decorado construidos y el dinero en el bolsillo, la producción iba viento en popa, a toda vela. Sin embargo, faltaba el elemento más importante, los actores y actrices que encarnarían a los personajes inmortalizados por Tolkien. El proceso de audición guardaría alguna que otra sorpresa y quebradero de cabeza, pero eso es una historia que contaremos en el próximo capítulo.

RUBÉN TOLEDO.-

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