EL SECRETO DE VICKY, DE NIÑOS, HOMBRES Y LOBOS

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El secreto de Vicky es una película familiar dirigida por el francés Denis Imbert de duración ajustada y basada en hechos reales.

La cinta nos cuenta la historia de Stephane y de su hija Vicky cuando el primero, cirujano, decide tomarse un año sabático y mudarse a un pueblecito de montaña para poder desconectar tras la muerte de su esposa y, así, reconectar con su pequeña, que ha dejado de hablar debido a la tristeza y el shock producido por el fallecimiento de su madre. A Vicky, por casualidad, le regalarán lo que en un primer momento parece un cachorro de perro, pero que, en realidad, es un lobezno, que acabará siendo un miembro más de la familia. Entra en conflicto con esta circunstancia que los pastores de la zona están haciendo batidas para eliminar a los lobos que habitan esos bosques ya que estos animales cazan a las ovejas de sus rebaños.

Entre otras cosas, la película, de facturación sumamente sencilla, nos plantea varias preguntas de difícil respuesta: ¿a quién pertenecen los bosques y las tierras colindantes? ¿Al hombre o al lobo? ¿Quién tiene más derechos sobre ellas? ¿Al lobo que ya estaba allí o al hombre que decidió que fueran suyas, si ambos luchan por su superviviencia? ¿Es posible que un animal salvaje conviva con los humanos sin que surjan problemas intrínsecos a ambas razas? ¿Cómo enfrentamos la pérdida de un ser querido?

Obviamente, cada cual responderá a estas preguntas siempre desde su punto de vista personal, ya que esta película no pretende dar ninguna solución, simplemente nos plantea las diferentes posiciones de los distintos personajes a través de una narración simple y sin ningún tipo de artificio.

Y quizás peca de ser demasiado elemental, ya que, incluso en las escenas en las que debería haber más tensión, esa tensión se queda escasa y se tiene la sensación de que a la cinta le falta algo de riesgo y nervio, demasiado complaciente por lo que se echa en falta algo más de pasión en ella.

Entiendo que no se quiere ahondar en dramas, ya que es una película tremendamente familiar, pero incluso para serlo así, el abanico de edades a las que le puede interesar se cierra mucho. A los más pequeños de la casa les gustará precisamente por lo que ya hemos explicado, ya que tiene un enfoque sentimental con el conectarán y les resultará muy fácil de entender y empatizar, sobre todo si son amantes de la naturaleza; pero a los que llegan a la edad preadolescente, ya curtidos en otro tipo de películas con narraciones más ágiles e historias más complejas, es muy probable que la encuentren demasiado predecible y sin el gancho necesario para mantener su atención a pesar de que el metraje es de tan solo 84 minutos.

En el apartado técnico, no se le puede poner pegas, pero tampoco hay nada reseñable que se pueda decir de ella, nada que la haga brillar, ya que todo el trabajo está centrado en contar la historia de Vicky y su lobezno. Y lo mismo podríamos decir de las interpretaciones, donde seguramente lo más destacable sea la interpretación natural de Shanna Keil (Vicky) y de Tchéky Karvo (Bruno), los pocos minutos que está en pantalla.

VANESA LORENZO VIVAS.-

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