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SAGA ALIEN: DE ALIEN RESURRECTION A PROMETHEUS
mayo 12, 2017 Articulos

Pasados cinco años, alguien pensó que aún se podía estrujar a la gallina de oro y acabaron sacándose de la manga la idea de resucitar una vez más la saga con una cuarta (y presumible última) entrega, “Alien Resurrección” (que no podía tener un título más espoileador como diríamos hoy en día). Y con nueva entrega, nuevo director, Jean-Pierre Jeunet conocido por ser el director de “Amelie” (que uno piensa, ¿qué intentáis decirme, que el xenomorfo irá pululando por Paris con cara pánfila y una voz en off hablando en lugar de él? ¿Y queréis ver eso?). Pues no. Si algo demostró Jeunet era un estilo visual interesante que en un género como el de terror en el espacio podría ser, como mínimo, curioso. Aún así los fans, escaldados del bajón de la anterior entrega, pedían volver o bien al tono de la original, o bien a la acción de Cameron. Y fue lo que se intentó, un punto medio de ambas: se volvía a una nave espacial como escenario, esta vez liderada por unos piratas bastantes variopintos de los que destacaría como siempre a Ron Perlman, y una mayor dosis de acción más que de terror, principalmente por la transformación de Ripley en una Super-Ripley, completamente desatada y pasada de vueltas que, junto a Perlman, eran los únicos que se les veía pasándoselo bien en la peli sin tomársela muy en serio. Por lo demás, buenas secuencias de acción, xenomorfos a raudales, más grandes, más violentos y una secuencia acuática de las que no se olvidan (el plano de Perlman disparando boca abajo es épico). ¿Cuáles fueron los peros? Para mí dos: una especie de escena final en la que Ripley se deja mimar por su “bebé”, bastante extraña y que no acaba de encajar ni con Ripley ni con la historia, y Winona Ryder como androide nada creíble y sin el carisma que tenían sus predecesores, en un papel casi de damisela llorona muy poco acorde con lo que se esperaría.

Aún con altibajos, y gracias a las dos primeras entregas y al diseño y carisma de la criatura y de Ripley, se había creado una saga bastante sólida y querida por los aficionados. Aparecían en camisetas, videojuegos, disfraces, muñecos, cómics (no es broma, “Superman / Aliens” o “Batman / Aliens” existen)… Era ya un clásico y vendía. Tal vez por eso (y por qué sabemos que en Hollywood nadie dice no a un montón de pasta) les pareció bien, allá el 2004, viendo que nadie quería recuperar el hilo de la saga original, crear una nueva saga: “Alien vs Predator”. Recuperaron a Lance Henriksen (apareció en la segunda y tercera entrega) pero aquí el director… Paul W.S. Anderson… en fin, poco más que alegar y el resultado fue el esperado en él: algo de acción entretenida, con un par de secuencias interesantes si se hubieran ampliado, pero en conjunto un producto casi para adolescentes sin ningún atisbo de terror. Y lo peor: la intención de hacer una secuela, en 2007, “Aliens vs Predator 2” que ya sería un disparate de cabo a rabo (y en la que tampoco he sido capaz de ver entera sin dormirme, y eso en una película de acción de monstruos es decir muy poco de ella).

PROMETHEUS

Por eso (y por qué negarlo, porque de algo se tiene que comer) supongo que Ridley Scott dijo basta y decidió recuperar el timón de su bebé y ponerse al frente de una nueva entrega, “Prometheus” que compartiría universo y simbología pero que se alejaría en cierta manera de la saga original, casi a modo de un “reboot” para las nuevas generaciones, conservando sólo algún que otro guiño para los fans de la saga. La noticia fue un revuelo, sobre todo viendo en lo que había degenerado la saga, y todos lo esperaron con los brazos abiertos. Un cásting que juntaba lo mejorcito del momento (Fassbender, Rapace, Theron) y la vuelta al ruedo del maestro eran señas de que por fin se iba a ver algo al nivel de las primeras entregas. Y como se suele decir, con él llegó el escándalo. Y es que “Prometheus” se ha convertido en una de esas películas que tanto me gustan a mí personalmente: esa que o la amas o la odias. No había término medio. Scott nos presentó una historia de ciencia ficción pero muy cargada de connotaciones religiosas y filosóficas, con la figura de los Ingenieros.

Y claro, unos entraron en el juego y otros no, sintiendo que les habían defraudado, que eso no era “Alien” y que el propio Scott mancillara su propia saga era pura blasfemia. Algunos acusaron a Scott, otros al guionista Damon Lindelof (que tras haber hecho el final de la serie “Perdidos” Internet le tenía ganas y no me refiero a darle un premio) pero todos los detractores coincidían en que el guión era un sinsentido. Parte de la culpa, atl y como yo lo veo, provino por una escena final (dicen que Fox la hizo poner con calzador y que Lindelof fue el que hizo ceder a Scott) que dejaba claro que la película era, en el fondo, una precuela de la original y con eso mucho de lo visto no cuadraba con ninguna lógica interna. Posiblemente, y puede que fuera la idea de Scott, él quería que la película compartiera universo con la original pero no fuera una precuela ni secuela, que se pudiera ver y entender como una historia distinta y ajena a toda polémica, además de dar pie a que creciera por donde quisiera y no estuviera atada a los xenomorfos. Pero claro, Fox debió pensar que a ver ahora qué venderían en las tiendas…

En lo que sí coincidían todos era en que lo mejor de “Prometheus” venía de un lado principalmente y de un nombre: Michael Fassbender como el androide David. Y aquí aprovecho para abrir un paréntesis y hablar del que para mi es el segundo tema del que trata la saga y que en el personaje de David creo que se intuye muy bien: la saga habla de cómo la tecnología se puede girar en nuestra contra. Y lo hace a través de los androides. Empezando por Ash (Ian Holm) en “Alien”, el cual se convierte en el villano de la función (más que el xenomorfo incluso, ya que él es el que traiciona a la tripulación) y “Madre”, la inteligencia artificial que gobierna la nave bajo las órdenes de Ash, vemos aquí algo que nos recuerda irremediablemente a HAL de “2001: una odisea del espacio” con un mensaje de que el ser humano no entiende lo que le rodea y que son insignificantes en comparación con otras especies más evolucionadas. Ese mensaje (y la traición de Ash) es lo que lleva a Ripley a desconfiar de Bishop (Lance Henriksen) en “Aliens” aunque en este caso el androide, sin ocultar su respeto y adoración por los xenomorfos, ayuda a los humanos ya que está programado para ello (como si la única manera de que fuera bueno fuera quitarle su libre albedrío al androide, programándole para serlo).

En ese aspecto el androide Call de “Alien resurrección”, interpretado por Winona Ryder, pretendió dar con la evolución definitiva, el androide que decide saltarse su programación y ayudar a Ripley en su camino de libertad y venganza, renegando de su condición de androide, avergonzándose de ello (en oposición al orgullo de Bishop en serlo). Es en este aspecto donde creo que en David vemos el mayor matiz de emociones y contradicciones y la que, en mi opinión, es una teoría interesante: que en cierta manera David es el primero de los androides y que su devoción por Weyland (el villano de la saga en la sombra, dueño de la corporación que realiza los experimentos con los xenomorfos y los pretende usar como arma) y su fascinación por esta nueva raza alienígena en cierta manera se acabará heredando en la programación de los futuros androides (con Ash en cabeza y justificando así por qué desde el primer momento Ash admira a los xenomorfos y despierta a la tripulación de forma intencionada para ir a su encuentro).

En conclusión, “Alien” es una SAGA en mayúsculas, irregular tal vez en sus distintas secuelas/precuelas, pero que no deja indiferente a nadie y de la que se le puede sacar punta más allá de ser, como dice mi mujer, pelis de bichos. Ahora, con el reciente estreno de la secuela de la precuela (me encanta como suena), “Alien Covenant”, espero que la saga siga creciendo y todo apunta a que acabará alcanzando la original (dicen que incluyendo una futura versión digital de Ripley rejuvenecida antes de alistarse a la Nostromo), lo cual no tengo claro si es buena o mala noticia, tal vez lo mejor sería que siguiera su propio camino (en mente tengo las precuelas de “Star Wars”). Sea como sea, intentaremos seguir disfrutando con ellas y con aquello de que “en el espacio nadie puede oír tus gritos”.

JOSÉ ISAAC PELLICER.-

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