PERDIDOS EN PARÍS: LOS RAROS TAMBIÉN AMAN

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Perdidos en París, de Dominique Abel y Fiona Gordon, que ejercen tareas de dirección, guión y se reservan los dos papeles principales, es una comedia romántica francesa un tanto atípica, pues los protagonistas ni son atractivos, ni muy jóvenes, ni exitosos, sino que son feos, desgarbados y «raritos».

Ella es una canadiense que no conoce el amor, él un homeless parisino con bastante encanto. Ambos se conocerán en París a raíz del funeral de la tía de ella, Martha, y tendrán sus encuentros y desencuentros, a ritmo de tango o con la Torre Eiffel mediante, por citar un par de momentos mágicos dónde los haya. La música, el romanticismo, el humor un tanto extravagante y contar con dos protagonistas inadaptados en circunstancias adversas son algunos de los elementos con los que juega este film.

Así pues, esta comedia romántica está más cercana al cine de Jacques Tati y Charles Chaplin, y a títulos más recientes como Tímidos Anónimos, de Jean-Pierre Ameris, y Benny & Joon, de Jeremiah Chechick por lo anómalos que son sus protagonistas y las extrañas, entrañables y surrealistas situaciones que viven. Aparte de Dominique Abel y Fiona Gordon destaca en el reparto una Emmanuelle Riva muy alejada del dramatismo de Amour, de Haneke.
Perdidos en París es una pequeña película francesa, sin más pretensiones que hacer soñar y creer que el amor es posible siempre, pues siempre, como suele decirse, «hay un roto para un descosido». Una película sencilla a la par que encantadora sobre dos extraños  e incomprendidos en este mundo en que vivimos que se cruzan por casualidad en una de las ciudades más mágicas y propicias para el amor: París. Un canto al amor entre dos seres tan excéntricos como complementarios.
SONIA BARROSO.-

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