PAISAJES DESOLADOS

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El médico alemán, de Lucía Puenzo, recoge parte de la escalofriante biografía de Josef Mengele, doctor y científico nazi, que realizó numerosos experimentos genéticos, siendo apodado como El Ángel de la Muerte, en el campo de exterminio de Auschwitz. Más tarde, en 1963, Mengele huyó a Argentina donde continuó con sus terribles práticas en sus ansias de conseguir la pureza y perfección de los seres.

Es precisamente esta etapa sudamericana en la que se centra el film de Lucía Puenzo. Aquí Mengele es un desconocido que se une en caravana hacia Bariloche con una familia de cuatro miembros: Enzo, el padre, quien sueña con hacer realidad sus diseños de muñecas (Diego Peretti); Eva, la madre, embarazada de gemelos, que sueña con abrir de nuevo su hostería y con dar lo mejor a sus hijos, el hijo mayor y Lilith, la hija menor, una pre-adolescente de 12 años atrapado en un cuerpo infantil de 8. Es precisamente con Lilith, al principio y luego con su madre Eva con quien Mengele entabla una relación basada en darles confianza y en las ganas de ayudarles a superar sus problemas. La familia no sospecha que él se trata de uno de los mayores criminales nazis. 

Uno de los aciertos de la película es querer retratar de manera íntima los sufrimientos y anhelos de esta familia, especialmente de sus tres personajes principales, y de ver cuál fue el impacto emocional de Mengele en sus vidas. Experimentando con el retraso de crecimiento de la hija, para luego hacerse cargo de la madre embarazada. Puenzo acierta en retratar estas almas que ansían ser tan puras y perfectas como los valores que él tanto desea. Para ello, el casting resulta lo más acertado de la propuesta, empezando por un Álex Brendemúhl como Mengele, que hace un gran esfuerzo de contención y que dice más con la mirada y con el gesto que con la palabra, para seguir con las maravillosas Natalia Oreiro y Florencia Bado, madre e hija y también las presencias más interesantes del relato. Un paso por detrás está Diego Peretti en un dramático cambio de registro interpretativo.

Los temas apuntados en el film son interesantes: la lucha de una adolescente por mejorar su identidad y su lugar en el mundo; las ganas de una madre de conseguir sacar a su familia adelante; el ansia de perfección a cualquier precio, etc., pero no así su plasmación en la pantalla. Pues la película naufraga por su planteamiento lineal, que la acerca más a un telefilm de sobremesa, que a una obra cinematográfica. La búsqueda de intimismo y del retrato de los paisajes más desolados del alma humana sólo alcanza verdadera emoción en algún destello de la historia personal de Eva, el resto, ni es inquietante -como el tema requeriría- ni apenas emocionante. Una verdadera lástima que lastra una película que desaprovecha un buen material de base en pos de la convencionalidad más banal y aburrida.

SONIA BARROSO.-

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