OF HORSES AND MEN GANA EL PREMIO KUTXA NUEVOS DIRECTORES EN DONOSTIA

El jurado presidido por la guionista mexicana Marina Stavenhagen ha decidido por unanimidad que Of Horses and Men fuese la mejor película de la sección oficial Nuevos Directores 2013, en la cual han tomado parte 17 largometrajes de distinta índole y nacionalidad. La producción islandesa, dirigida por el actor Benedikt Erlingsson, es una disparatada tragicomedia que retrata la relación de las personas con sus respectivos caballos y no sólo eso, sinó que, además, ofrece una visión muy particular del pueblo islandés. Está claro que el jurado ha querido valorar la originalidad y la peculiaridad de esta cinta, ya que, los hechos que se narran en ella pueden generar desconcierto, y por ello, el espectador no sabe si reír o echarse a llorar. Lo cierto es que la película es única en su especie, es decir, extraña como ella sola, y, por todo esto, resulta sorprendentemente arrebatadora. Ciertas escenas incluso pueden llegar a ser desagradables, pero el director quiso afirmar que ningún animal fue maltratado durante el rodaje. En cuanto a los actores no podía decir lo mismo, puesto que, según Erlingsson, algunos habían terminado traumatizados después de haber participado en una locura como ésta. Por supuesto, la ironía es parte fundamental de esta obra tan atípica e inquietante que no dejará indiferente a nadie. 

La primera escena es una declaración de intenciones por parte del actor que trabajó a las órdenes de Lars von Trier en El jefe de todo esto, ya que, se nos presenta a un hombre a lomos de su yegua y parece ser que se trata de un espectáculo admirable, puesto que, todo el pueblo le está observando sin perder absolutamente ningún detalle. De repente, un caballo negro se acerca a la yegua y la penetra cuando él sigue montado sobre ella. Y después de esta extraña y porque no decirlo divertida secuencia nos esperan otros pintorescos y extravagantes personajes que con sus alocadas acciones nos dejarán con la boca abierta, como puede ser el caso del hombre que observa a lo lejos un barco ruso y sin pensarlo dos veces se mete en el agua montado en su caballo en busca de vodka. En resumen, se trata de una singular y peculiar joya que retrata a los islandeses que viven en las montañas y que, por lo tanto, tienen una relación muy estrecha con los caballos de la zona. 

Wolf el segundo largometraje del holandés Jim Taihuttu ha conseguido llevarse el premio de la juventud. Y no nos extraña, ya que, se trata de esas obras que logran impactar y emocionar al público de una manera bestial. Es una cinta contundente, dura, e impresionante. Como se puede imaginar no es tan original como Of Horses and Men, pero seguro que gustará mucho más que la islandesa, puesto que, el autor nos sumerge en el submundo de las drogas, la delincuencia, la mafia… y eso significa que ofrece acción y violencia a raudales. Y aunque se repiten los mismos tópicos de siempre, que suelen ser habituales en este tipo de películas, no cabe duda de que es un apasionante y excitante thriller. El protagonista interpretado por un espectacular Marwan Kenzari hará las delicias del público, porque borda el papel de Majid, un temible boxeador que tiene mucho talento y que poco a poco empezará a ascender gracias al apoyo de su nuevo padrino. Aunque sean de origen árabe, Majid y sus amigos han nacido en Europa, pero al parecer el director no pretende combatir los prejuicios que una gran parte de la sociedad alberga en contra de los inmigrantes, y en vez de eso nos muestra lo malvados que pueden llegar a ser. Es una película europea, y eso se nota, ya que, al autor no le interesa defender la moralidad, simplemente quiere retratar un mundo donde sólo los mejores sobreviven. No quiere darnos lecciones sobre la vida, quiere mostrarnos un mundo que es cruel y despiadado, y no pretende juzgar bajo ningún concepto sus personajes. 

En este sentido, podemos compararlo con el cine de Gael Morel, ya que, según el francés los homosexuales ya no son retratados de una manera fiel en la gran pantalla. El cine ha dejado de retratar a los homosexuales como si fueran unos delincuentes, y no está de acuerdo con esa nueva visión, porque piensa que un homosexual puede ser tan malvado como cualquier otra persona y por ello, en películas como Notre Paradis cuenta la historia de un homosexual que se dedica a la prostitución y que mata a sus clientes. Y Taihuttu hace exactamente lo mismo con la figura del inmigrante, ya que, en vez de defender la inocencia de sus personajes refuerza la visión que tienen muchos de ellos. Su objetivo es mostrar el lado más oscuro del ser humano, sean estos europeos o árabes. Está claro que la polémica está servida, porque para muchos el retrato que hace de los árabes será ofensivo, pero como he afirmado antes no se trata de una película clásica, y no quiere aleccionar a nadie. Que cada uno saque sus propias conclusiones. Podemos suponer que el cine de Jim Taihuttu dará mucho que hablar en un futuro.

Otra de las joyas que hemos podido ver este año ha sido El árbol magnético, coproducción española y chilena dirigida por la gallega Isabel Ayguavives. La ópera prima de la realizadora es una cálida, tierna y hermosa obra que encandilará a muchos por su buen hacer y por su magnetismo (porque no decirlo), y aunque sea una humilde producción se trata de una gran película que nos habla sobre esos mágicos momentos del pasado que nunca volverán. La cinta nos cuenta el regreso a casa de Bruno (interpretado por el actor madrileño Andrés Gertrudix que también ha participado en la multipremiada La herida, de Fernando Franco). Ha vuelto a Chile después de tantos años viviendo en Alemania y España, y regresará al lugar donde compartió tan buenos momentos con su familia. La película es sencillamente genial, y logra transmitir el calor de esos momentos que compartimos con los seres más queridos. Esos momentos que guardamos como si fueran un tesoro. Esos recuerdos, que nos hacen sonreír cada vez que los rememoramos. La película nos muestra el reencuentro de Bruno con la familia que dejó atrás cuando se fue a vivir a Europa; nada más y nada menos que eso. La cinta es sencilla, pero logra conectar con el público gracias a la ternura y a la candidez que profesa la historia. En un principio, un encuentro familiar puede parecer aburrido y carente de interés, pero la verdad es que es una historia que te atrapa de principio a fin, y hace que te sientas parte de la familia. Una película que nos dejará con la miel en los labios, con ganas de más. En resumen, se trata de una delicia, una joya. Un destello de felicidad.

Y como es de esperar en una sección como esta ha habido muchas películas sencillas, con ritmo pausado, fragmentarias, y con pocos diálogos como puede ser el caso de Yozgat Blues del turco Mahmut Fazil Coskun y de Luton del griego Michalis Konstantatos. El director de Yozgat Blues quería contarnos una historia a base de gestos y silencios como es característico en el cine de autor que nos llega desde Turquía. Como Nuri Bilge Ceylan y Semih Kaplanoglu defiende un cine hecho con imágenes, y, por ello, el estilo de Fazil Coskun se aleja de la narrativa convencional. Los personajes no expresan lo que sienten a base de palabras, por lo tanto, el espectador debe estar atento en todo momento porque tendrá que averiguar por sí solo lo que está aconteciendo en la pantalla. Este tipo de cine aboga por la activa participación del público en la historia, ya que, los espectadores tendrán que esforzarse más de lo habitual para que puedan completar el puzzle que se les propone. La historia trata sobre dos desconocidos que emprenderán un viaje a Yozgat para probar suerte como cantantes. Y mostrará la evolución de la relación entre Yavuz y Nese, los dos protagonistas, y las discrepancias existentes entre ellos. Se trata de una melancólica historia que prefiere sugerir el estado de ánimo de los protagonistas, antes que decirlo en voz alta. 

Por otra parte, Luton había generado cierta expectación el día del estreno y aunque no estoy seguro pienso que la razón de ello podría ser que el cine griego ha cosechado grandes éxitos en los últimos años. Lo cierto es que a muchos les decepcionó la propuesta de Konstantatos, pero eso no significa que la película carezca de interés o que sea mala, ni mucho menos. Es una arriesgada propuesta, y es por ello que no gustó a muchos de los presentes. No cabe duda de que Luton es incluso más radical que el mencionado Yozgat Blues, puesto que, la historia que se nos cuenta es mucho más fragmentaria que la turca, y por lo tanto, genera desconcierto e inquietud en el público. El director juega con las expectativas de la gente. El espectador está todo el tiempo con la mosca detrás de la oreja, porque no entiende muy bien el objetivo que persigue el autor. Hasta la escena final no puedes saber lo que está tramando Konstantatos, y las preguntas y las diferentes hipótesis revolotean en la cabeza de cada uno de nosotros mientras esperamos alguna explicación lógica. La obra nos muestra 3 personajes que en teoría no tienen ninguna relación entre ellos, y aunque nos ofrece algunas escenas que pueden considerarse impactantes y sorprendentes, parece que la vida cotidiana de los protagonistas no tiene nada de especial. Además a medida que avanza el relato puede aumentar la impaciencia del espectador que está deseando ver algo extraordinario. Sin embargo, parece que no va a ocurrir nada relevante, y eso puede generar frustración. La película es intrigante, y mantiene la expectación hasta el final, pero para muchos la escena final no será suficiente bálsamo para que Luton pueda considerarse una buena película. Como es sabido algunos no sabrán apreciar la valentía que ha demostrado el autor.   

Al igual que la espectacular historia de Wolf que ha emocionado a propios y a extraños, ha habido otros que se han decantado por el cine de género, pero el resultado no ha sido tan satisfactorio. Me refiero a las dos películas procedentes de Europa del Este: La producción lituana Losejas/The Gambler de Ignas Jonynas y la ucraniana Zelena Kofta/The Green Jacket del cineasta Volodymyr Tykhyy. La cinta de Jonynas cuenta la historia de un hombre que trabaja en urgencias y que un día decide organizar una especie de juego macabro para conseguir algo de dinero. Al protagonista le encantan las apuestas, pero está endeudado hasta las cejas, por ello, consigue convencer a sus compañeros de trabajo para que jueguen a un juego de bastante mal gusto. Quiere ganar dinero a costa de los pacientes de la UCI, ya que el juego consiste en que hay que apostar por aquella persona que va a morir antes que todas las demás.  Aunque técnicamente sea impecable, es una cinta perfectamente olvidable, ya que, en muchas escenas resulta ridícula e inverosímil. Y The Green Jacket trata sobre la venganza, pero la historia tampoco logra enganchar al espectador. Por desgracia, no tiene fuerza. El hermano pequeño de la protagonista desaparece sin dejar ningún rastro y al parecer un hombre lo ha secuestrado. La chica se siente culpable porque no ha sido capaz de cuidar de su hermano de 7 años, y después de que haya identificado al sospechoso empieza a seguirle y a acosarle. Quiere venganza, pero la historia no logra convencer a nadie. Es sosa, aburrida, plana. No tiene ningún interés.

BEÑAT EIZAGIRRE INDO.-

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