NEOWESTERN 8: FIRST COW, BACURAU, UNO DE NOSOTROS Y JUEGO DE ASESINOS

First Cow (Kelly Reichardt, 2019)

A las películas no se le puede pedir que sean lo que no son. No se le puede pedir verosimilitud a cualquier película de la saga de Misión: Imposible, sabes lo que vas a ver. Si no te convence o no te la crees, no la veas, pero no digas que te han engañado o que no era lo que esperabas. A las películas de Kelly Reichardt no se les puede pedir ritmo alto, conversaciones entre varios personajes, planos abiertos o, como dicen algunos, que “pasen cosas”. Su cine es un cine de detalles, de pequeñas cosas, de agarrar lo que en manos de otro cineasta sería una pequeña porción de historia y dilatarla en el tiempo. Sus películas podrían resumirse fácilmente en un par de líneas.

First Cow relata la historia de dos desconocidos, de caracteres opuestos, que se hacen amigos en tiempos de necesidad. Cookie es el tranquilo y paciente cocinero de un grupo de hoscos y agresivos cazadores en el condado de Oregón. Una noche conoce a King-Lu, un inmigrante chino que huye después de haber matado a un ciudadano ruso. Tiempo después, vuelven a encontrarse y deciden unir sus caminos. Paralelamente vemos la llegada de la primera vaca lechera al norte de Estados Unidos.

Si en Meek’s Cutoff Kelly Reichardt relataba una pequeña porción de la historia de los pioneros en tierras extrañas, en First Cow nos cuenta los inicios del capitalismo. Sus historias van de grandes temas vistos desde un microscopio. Microcosmos dentro de un macrocosmos.

Los dos amigos, ya inseparables, roban leche de la vaca y hacen dulces con ella. Ese es el inicio de un lucrativo negocio, que pretenden que llegue a más cuando, en el futuro, se desplacen a la ciudad de San Francisco. En tierras extrañas, donde apenas se puede conseguir comida y la poca que se consigue sirve solo para alimentarse y no para el gozo gastronómico, los compradores comienzan a especular con el precio de esos dulces. Son capaces de pagar lo que haga falta por el último trozo de esa masa aceitosa cuyo sabor les recuerda a lugares mejores, a épocas mejores, les recuerda al cálido hogar.

First Cow es una película sobre la amistad, amistad hasta al muerte, filmada paciente y tranquilamente, hermosamente fotografiada y muy del universo de su creadora. Un western atípico, un northern western, un western donde no pasa nada pero pasa de todo. M.S.-

Bacurau (Kleber Mendonça Filho, 2019)

Una sensación conocida asalta a los sentidos del espectador curtido en el cine fantástico durante los primeros compases de Bacurau. El plano inicial tan reminiscente de La cosa o una serie de recursos técnicos sacados de un inexplicable desuso anticipan una castiza y violenta historia que expone un creíble batiburrillo distópico.

Una mujer vuelve a su aldea natal, alejada de la civilización, a tiempo para el entierro y homenaje a su abuela, un importante miembro de la comunidad. Mientras, una serie de pérfidos personajes planean el aislamiento del pueblo con el exterior para cometer una masacre.

Con este punto de partida se desarrolla una película que muestra una heterogénea mezcolanza de ideas. Tenemos ciertos elementos que, sin apenas contexto, nos emplazan en un desesperanzador futuro cercano. Hay un alcalde que regala comida caducada y libros en lamentable estado a cambio de explotar sexualmente a mujeres. No faltan alusiones anecdóticas a la proliferación de ultravioletas atracciones turísticas o ejecuciones públicas en las grandes urbes.

El mundo se ha vuelto más loco y salvaje que nunca pero tampoco se desliga de una impactante realidad en muchos sectores del globo. Incluso cierto platillo volante mojonero o una potente sustancia psicotrópica que consumen los habitantes de Bacurau resultan posibles en este marco costumbrista sin alardes pictóricos en su fotografía.

El film con clara vocación de denuncia armamentística y colonial del hombre blanco ejerciendo un ilegítimo y bárbaro derecho a exterminar a placer a los lugareños, es una actualización de clásicos de temática similar como El malvado Zaroff o Blanco humano. Tenemos la unión del pueblo desamparado, pobre y aparentemente indefenso que planta cara a unos asesinos de turno, unos psicópatas tremendamente estúpidos, despreciables y sádicos que planean una cruel gymkana. Una especie de Los siete samuráis sin samuráis ni heroicidades. Porque el showdown final es puro western empapado de gore y justicia poética. Mantiene unas claves reconocibles del cine de serie B que dan forma a un producto diseñado para ganar premios en festivales.

Los personajes son meramente funcionales, no teniendo ninguna arista o progreso. De hecho, durante los primeros 40 minutos no ocurre nada destacable. La historia se alarga en demasía, haciendo hincapié en anecdóticas apariciones de los antagonistas y escenas que no van a ninguna parte, pudiéndose suprimir fácilmente.

Podría durar hora y media, ganando así en ritmo y empaque. Porque a pesar de ciertos recursos agradecidos como unas puntuales transiciones de cortinilla o contados split diopter shots que recuerdan al cine más setentero, el relato no ofrece mucha novedad al ojo del espectador avezado.

Desgraciadamente, la tensión se va diluyendo poco a poco debido a una falta de sorpresas alarmante que, pese a estar ante un producto decente, me inspira una indiferencia absoluta. Ni siquiera ante la presencia del siempre incombustible e inquietante Udo Kier.

Uno espera a estas alturas cierto bizarrismo que haga recordar ciertas escenas, aunque su apuesta por el shock momentáneo en detrimento de mantener cierta verosimilitud mantenga al espectador medianamente enganchado.

Uno de nosotros (Thomas Bezucha, 2020)

Siguiendo la estela de películas como Comanchería o Wind River, Uno de nosotros es una filme que coge las claves del western y lo traslada a una época más actual, demostrando que el género puede ser de lo más maleable y adaptable a cualquier estilo o situación sin que se resienta por ello.

Escrita y dirigida por Thomas Bezucha, quien contaba en su filmografía con un drama LGTBIQ y dos comedias de escasa repercusión, nos sorprende demostrando un talento mayor del que se le reconocía, con una gran capacidad para la construcción de escenas de fuerte carácter dramático y para la creación de secuencias cargadas de tensión; sabiendo dejar respirar a la película cuando esta lo requiere, rozando la poesía visual en determinados momentos, y metiendo la directa cuando es necesario.

Sin embargo, cuando hablamos de Uno de nosotros, es en su pareja protagonista donde debemos poner el foco de atención. Con un reparto encabezado por Kevin Costner, actor curtido en el género y que vive una segunda juventud gracias a la serie de televisión Yellowston -enmarcada en el western, como no podría ser de otra manera-, la estrella crea un personaje carismático, parco en gestos y sobrio, realizando una de las mejores interpretaciones de su carrera; le acompaña Diane Lane, la verdadera dueña de la función con una interpretación magistral, por momentos tan dolorosa que es difícil quedarse al margen de sus sentimientos y no hacerlos propios. Juntos, sostienen una película que cae en algunos tópicos, pero que, por suerte, sortea estos momentos con acierto gracias a una historia bien construida, que se debate entre el drama familiar y el suspense sin que ninguno gane la partida, pero consiguiendo que ambos cuajen dando lugar un producto final de lo más interesante.

Quizá Uno de nosotros no será una película que pase a la historia, sin embargo es alto recomendable su visionado, pues este neowestern, que ensalza los valores familiares, consigue mantenernos pegados al asiento sus casi dos horas de duración, provocando que tengamos el corazón en un puño, y ofreciendo al espectador dos actores en estado de gracia.

Juego de asesinos (Joe Carnahan, 2021)

Y con Juego de Asesinos, que se estrenó el pasado 20 de mayo y que aún tenéis en cartelera actualmente, finalizamos este viaje por el neowestern. Una película que es deudora de Asalto al Distrito 13, de John Carpenter, e, incluso, de Comanchería, de David McKenzie. Aún con estos dos referentes en el punto de mira, la nueva de Joe Carnahan (Narc) es una desacomplejada y muy disfrutable película de esas de «gato persigue al ratón» con cinco personajes principales a cuál más ingenioso, loco, avispado o temerario.

Por una parte, la heroína de la función, que corre a cargo de la debutante Alexis Louder, es una policía intrépida y superviviente en un mundo de hombres, que se verá obligada a dejar de lado su feminidad para convertirse en uno más al hacer frente a la amenaza en la comisaría en la que trabaja. Gerard Butler es un sicario, un asesino a sueldo que sabe más de lo que parece, mientras que Frank Grillo es otro «solucionador» con la familia en peligro por su trabajo al margen de la ley, y por su reputación.

La aparición de un policía traidor y de un extravagante psicópata hará que tengan que confiar (o no) los unos en los otros y sumar fuerzas frente al enemigo. Acción a raudales -con algunas escenas de violencia seca y otras, que mas bien parecen sacadas de la planificación al ralentí de Zack Snyder- conviven con secuencias de diálogos en la que el espectador va viendo que nada ni nadie es quien parece ser. Aún así, Carnahan adolece de poca profundidad de los personajes, es decir, que si ahondara todavía más en ellos y en sus verdaderas motivaciones, en vez de conformarse con gruesos trazos, la película sería redonda.

Este vehículo de acción contiene trepidantes secuencias de «duelos» al más puro estilo del oeste entre los protagonistas, todo ello en una comisaría enclavada en pleno desierto de Nevada. Los cara a cara entre los protagonistas y sus duelos, junto a los fogonazos de humor inesperados que nos depara la trama en la situaciones más inverosímiles, podrían convertir a Juego de Asesinos en un auténtico placer culpable.

Aunque, en realidad, no existen placeres culpables, sino solo placeres, como esta película o como todo el especial neowestern que aquí, no sin un poquito de pena, ponemos punto y final. Muchas gracias por hacerlo posible y por acompañarnos en esta travesía por el oeste llena de sangre, sudor, balas, héroes y forajidos, más o menos legendarios. Por parte del equipo de Facesonthebox que ha participado ha sido, más que un placer culpable, una auténtica gozada.

MANEL SÁNCHEZ/ALEJANDRO COSO/JOSU DEL HIERRO/SONIA BARROSO.-

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