MUERTE EN EL NILO: AROMAS DE OTRA ÉPOCA

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Asesinatos, misterios por resolver e historias detectivescas han gustado y todavía siguen fascinando tanto a lectores como espectadores. Así que no es de extrañar que, tras la adaptación de Asesinato en el Orient Express, de Agatha Christie, Kenneth Branagh, ávido lector y notable adaptador de literatura inglesa, vuelva a la carga con Muerte en el Nilo, otra de las populares novelas de serie negra protagonizadas por Hercule Poirot, tanto tras la cámara como vistiéndose en la piel del perspicaz detective de prominente bigote.

En estas líneas no vamos a entrar a comparar ni con la anterior aventura de Poirot -si queréis leer mi opinión al respecto sólo tenéis que clicar sobre el nombre de la película. ni tampoco con la célebre y clásica película protagonizada por Peter Ustinov en 1978 y dirigida por John Guillermin. ¿Y esto por qué? Ya dice el refrán que las comparaciones son odiosas , además, una obra ha de juzgarse por lo que es y por lo que nos aporta y nos hace sentir cuándo la vemos -o la leemos-. Así que, sin más dilación, voy a pasar a tratar de contaros si esta Muerte en el Nilo de Branagh es una buena actualización de la novela de Agatha Christie.

Muerte en el Nilo parte de una trama perfectamente conocida y que puede resumirse en la siguiente frase: En una travesía de crucero por el Nilo, una rica heredera recién casada aparece asesinada y, a pàrtir de ahí, cualquiera que viaje a bordo es sospechoso del crimen. Un misterio a prueba de las habilidades de Hercule Poirot. Branagh se luce en el prólogo de la historia como detective belga, así como en la presentación de los múltiples personajes.

Al ser una historia ya conocida para los lectores de la escritora de suspense o para los que se acercaron al film de 1978 (que puede recuperarse en Filmin), no es tampoco el guión de Michael Green uno de los puntos fuertes de esta versión, ágil y dinámica, a la par que glamourosa, tanto en el vestuario -a cargo del español Paco Delgado-, como en el cuidado diseño de producción -que recrea con gran lujo de detalles ese Egipto fascinante y misterioso-; como muy especialmente en la acertada planificación de la trama, que nos acerca al thriller. Aunque, como en todo momento, el director norirlandés de Belfast es autoconsciente de que no es una historia que puede resultar original, confiere en esos espectaculares planos cenitales y travellings la dimensión dramática y de intriga que requiere la historia. Una historia en la que no destaca especialmente su elenco, más allá de la elegancia y la buena planta de Gal Gadot y Armie Hammer, siendo los que se resultan más memorables Emma Mckay, Annette Bening y el propio Branagh que vuelve a brillar y a hacernos disfrutar como detective.

Branagh recupera el aroma de los perfumes delicados y exquisitos con esta película que es, en este sentido, bastante fiel al espíritu de Agatha Christie, así como nos regala la sensación de que estamos ante un film anacrónico, más propio de otra época que de la actual y que, por ello mismo, puede generar tanta admiración como rechazo. Aunque si entráis en las aventuras de Hercule Poirot que nos propone -y que seguramente contarán con un tercer título que las complete- vais a disfrutar de este nuevo cluedo. Una última consideración sería que la vieráis, en la medida de lo posible, en versión original, para poder apreciar no sólo el acento afrancesado del protagonista, sino la riqueza de acentos existente en el resto del reparto.

SONIA BARROSO.-

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