MI VASCO

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Hay películas que escapan ante cualquier análisis crítico ortodoxo. Negociador, de Borja Cobeaga es una de ellas. Tanto que uno debe dejar de lado ciertas “imperfecciones” de la cinta como esa pérdida de fuelle en su segundo mitad, que se agrava más aún con el hecho de que el film sólo dure 80 minutos de metraje. Porque Negociador tiene virtudes tan milagrosas, tales como la de convertir un tema tan delicado y espinoso como el del terrorismo de ETA en un film que, si bien es deliberadamente agridulce, contiene algunos de los gags mas corrosivos de nuestro cine reciente desde…Ocho Apellidos Vascos.

No obstante, las coincidencias junto a los chistes de ikurriñas de la cinta de Martinez Lázaro acaban aquí. Si la cinta protagonizada por Dani Rovira era una rom-com vasca de humor blanc,o pero de herencia puramente hawkasiana (y sí, también del Landismo), el negociador homeless con los rasgos de Ramon Barea alude irremediablemente a Jacques Tati, como demuestra claramente el surrealista pero desterllinante prólogo, digno de entrar en lo mejor del año. Y es que los gags aquí son generosos en ingenio (con algo de mala uva, aunque nunca sin pasarse). Eso a pesar de la austeridad de una puesta en escena que oculta el peliagudo trasfondo que, no solo el realizador donostiarra no oculta, sino que transmite a través de esas imágenes de encuadres casi vacíos de un microcosmos en un hotel aislado del mundo.

Sin duda, Negociador tiene momentos de alto cine pero entonces… ¿Por qué parece un mediometraje alargado y el personaje de Carlos Areces (magnífico cambio de registro por otra parte, aún siendo en su medio habitual, la comedia) parece desaprovechado e insertado forzadamente en la trama? Quizá porque el autor vasco es un especialista en el relato corto y del sketch (su experiencia en el programa de TV Vaya semanita así lo certifica) y después del manifiesto desencanto del director por su anterior film No Controles, ha querido hacer una cinta para bien o para mal, sea suya. «Hice esta película para mí»- dijo el director de Pagafantas- y con esta premisa, en un gesto nada habitual, Cobeaga vuelve al punto cero como quien acaba de salir del huevo y no admite concesiones e ignora de forma deliberada ciertos andamiajes narrativos.

Es por eso que Negociador es una de esas raras avis que se escapa al raciocinio crítico.  No obstante, precisamente eso lo que hará que el juegue a su favor. Porque es una de esas extrañas ocasiones donde un cineasta hace realmente lo que le da la gana. Y particularmente para un servidor, uno de los film más desternillantes y lúcidos de la última cosecha.

JOAN BOTER ARJONA.-

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