MCCONAUGHEY, DESDE TEXAS CON AMOR

Que a Matthew McConaughey le ha cambiado la vida profesional para muy bien, de eso nadie tiene ninguna duda. Este atractivo tejano de 44 años, mirada azul perenne, sonrisa pícara y cuerpo de infarto quiso un día recordarnos que Tiempo de Matar, de Joel Schumacher, no fue flor de un día. Si antes no dudaba en sacarse la camiseta y participar en comedietas románticas del tipo, Cómo perder a un chico en diez días, junto a Kate Hudson o Sahara, con Penélope Cruz (con la que tuvo un sonado romance), ahora parece que las rehúye.

Dos puntos de inflexón en su carrera hacia la madurez fueron El inocente (dónde volvía a apelar a la abogacía, como en Tiempo de Matar o en Amistad, de Steven Spielberg) y Magic Mike, de Steven Soderbergh, en el que su personaje se llevaba de calle a los de Channing Tatum y Álex Pettyfer.

Pero no ha sido hasta 2013/2014 en que se ha convertido en un actor en mayúsculas: Primero con Mud, de Jeff Nichols, en el que interpretaba a un personaje ambiguo y a la deriva que entabla una amistad-fascinación con dos chavales. Y, sobre todo, con el rol que cambiaría su vida y su suerte, a parte de proporcionarle una merecidísima estatuilla dorada, así como muchos otros galardones y reconocimientos. Ron Woodrof, el enfermo de Sida, homófobo, activista y luchador que encarnaba en Dallas Buyers Club, de Jean Marc Vallée, era un prodigio de matices y recital interpretativo.

Tampoco se quedaba atrás como Rust Cohle en la primera temporada de la «pantanosa» serie True Detective, de Nic Pizzolato, junto a Woody Harrelson, una buddy movie policial en clave de thriller sórdido y filosófico sobre el origen y las consecuencias del Mal.

Y ahora nos falta por verle en Interstellar, donde nos promete un viaje espacial tan denso como apasionante de la mano del siempre fascinante Christopher Nolan. Sin duda, Matthew está en las estrellas.

SONIA BARROSO.-

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