MATRIX RESURRECTIONS: DOWNGRADE 18 AÑOS MÁS TARDE

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La primera hora de Matrix Resurrections está tan relacionada con el mundo de los videojuegos como la Matrix original lo estaba con el mundo del hackeo informático. En el sector del videojuego hay una palabra de la que se huye como de la pastilla azul: El “downgrade”. El temido vocablo que define la bajada de calidad del producto final en comparación con lo visto en los videos mostrados por las desarrolladoras. En el cine sucede, muy a menudo, que entre el tráiler y la película al completo puede haber “downgrade”. Suele haberlo y en Matrix Resurrections lo hay. Un tráiler espectacular para después encontrarnos con una ejecución final que difiere mucho de lo esperado. Probablemente, todo se reduzca a las expectativas que uno tiene y a una bien orquestada campaña de marketing.

18 años después de su última aventura, Keanu Reeves vuelve a ser Thomas Anderson pero un Thomas Anderson muy diferente al de 1999. Con su look a lo John Wick (el mismo que luce el propio actor en su día a día y que le sienta tan bien) es un desarrollador de videojuegos que ha volcado sus sueños recurrentes en un juego muy exitoso. Sus sueños le hacen pensar que ese Neo protagonista tal vez sea él en realidad y esa Trinity digital, de la que está profundamente enamorado, sea la fiel esposa y madre que encuentra en la cafetería y no puede quitarse de la cabeza.

Porque ante todo, Matrix Resurrections es un film de búsqueda, salvación y, sobre todo, amor. De un tiempo a esta parte, los trabajos audiovisuales de las hermanas Wachowski (aquí Lana en solitario) han derivado de historias de acción pura y dura a historias de amor y de empoderamiento femenino.

Matrix Resurrections goza de unos primeros 40 minutos francamente interesantes. Con un inicio igual que el de la primera parte: la archiconocida secuencia de acción de Trinity dónde las Wachowski se gastaron todo el presupuesto del film para convencer a la producción de invertir más dinero en ella. Pero lo más importante es que es capaz de reírse de sí misma. Es tan autoconsciente de lo que es y de las circunstancias que han llevado a su creación que no repara en ningún momento en hacérselo saber al espectador. O la ruedan las Wachowski o la rueda un tercero o tercera y váyase usted a saber lo que sale. Pero lo hijos no se tocan, son algo sagrado, aunque se conviertan en parte de la cultura popular y nos pertenezca un poquito a todos y cada uno de nosotros, sus creadores son los que tienen la última palabra y esta vez han decidido agarrar al toro por los cuernos. Sino que le pregunten a George Lucas.

Matrix Resurrections se ríe con ganas de sí misma hasta el punto de llegar a ser reiterativa en su discurso y en la utilización y comparación de elementos comunes entre ambas obras. Sus imágenes están tan grabadas a fuego en el imaginario colectivo que el uso de flashbacks parece excesivo.

A mi entender los problemas comienzan una vez la historia se va al otro lado de la madriguera de conejo, una vez salimos de esa fantasía que es Matrix al tomar la pastilla roja. En ese punto, da comienzo otra película, seria, completamente diferente y, hasta cierto punto, extraña. Algo que ya hemos visto pero no termina de cuadrarnos, de encajar. Como un dejà vú.

Los nuevos personajes carecen de interés; los viejos tanto con el mismo intérprete o con otro, también; la filosofía se antoja barata (tal vez sea la edad, la mía, que ya no asume cualquier cosa con la facilidad de hace años) y sobre todo las dinámicas y las relaciones entre los personajes cambian. Es un poco difícil justificar esta última aseveración sin destripar el film pero en Matrix Resurrections, los códigos de su universo marcados por la anterior trilogía se desmoronan. Para muestra un botón: El papel del Elegido no tiene la importancia ni el poder que tenía su leyenda y su rol pasa al personaje de Trinity. Un hecho incomprensible a tenor de lo narrado durante tres films. Algo similar sucedió con Reloaded y Revolutions, donde los poderes que Neo había conseguido llevar al mundo real desaparecían por completo y de manera inexplicable.

Otro punto sobre el que incidir son las actuaciones. Ninguno de los miembros del dúo protagonista se pueden consideran intérpretes de grandes prestaciones, -Carrie-Ann Moss, siempre estará un punto por encima de Keanu Reeves aunque no caiga tan simpática-, pero sí correctos, cumplidores y con carisma. En esta reinterpretación adolecen de los tres adjetivos.

Las escenas de acción, que tantas líneas coparon con anterioridad y tantas limitaciones interpretativas ocultaron, se quedan en lo mismo que en sus antecesoras, desfasadas, muy noventeras, con exceso de planos y poco narrativas. Lana Wachowski sigue filmando la acción con las tantas carencias como antes. El despropósito de la secuencia post créditos es un tema sobre el que es mejor pasar de puntillas y rápido.

En definitiva, Neo y Trinity, haciendo uso de sus poderes, quieren volar demasiado cerca del sol, pero hay cosas que es mejor que no resuciten, ni a manos de su propia creadora. Lo que me hace pensar, tras varias películas fallidas en su haber, que tal vez la primera Matrix no fuera mas que un golpe de suerte.

MANEL SÁNCHEZ.-

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