MASS: EL DOLOR, LA CULPA Y EL PERDÓN

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Seguramente estamos ante una de las propuestas más interesantes de este año. Una puesta en escena sumamente sencilla que se ve cimentada por un guión sólido y unas interpretaciones excelentes. Y la realidad, es que historias como esta no necesitan adornos y artificios para hacernos llegar el mensaje; un mensaje contundente, doloroso y finalmente catártico. Mass nos cuenta cómo dos familias unidas por una tragedia se reúnen para, de ese modo, poder pasar página y encarar de nuevo sus vidas de la mejor forma posible. Esta reunión se realiza años después de que el hijo de Richard (Reed Birney) y Linda (Ann Dowd) entrase en su instituto armado y matase a varias personas, entre ellos al hijo de Jay (Jason Isaacs) y Gail (Martha Plimpton), que por fin se sienten preparados y dispuestos a hablar con los padres del asesino de su hijo.

Frank Kranz, actor conocido por sus trabajos en proyectos de terror como La cabaña en el bosque, Igual eres el asesino o Bloodsucking Bastards, escribe y dirige ésta película de corte indie que se presentó oficialmente en Sundance 2021 y que ganó el premio de la juventud en el Festival de San Sebastián, donde el público le concedió una puntuación superior a todas las películas presentadas en la sección Perlas.

Las líneas de diálogo están excelentemente bien hiladas, siendo, además, las que llevan todo el peso de la película. Pero el guión podría haberse visto diluido sin las excelentes, magníficas, soberbias interpretaciones de sus cuatro protagonistas, que nos hacen empatizar con todos ellos, entender a cada cual en su situación, caminar en sus zapatos.

Uno de los aciertos de la película es que, desde el primer momento, deja muy claro al espectador que lo que va a ver y vivir no será una experiencia agradable. Se enfrentará a una situación incómoda donde los personajes estarán a flor de piel. Y, aunque, algunos de los momentos que nos expone puedan ser previsibles, debido a que imaginamos las reacciones al tema que expone, lo resuelve con inteligencia y de nuevo tira del saber hacer de unos actores en estado de gracia que hacen que cada pausa, cada palabra, cada temblor de mano se sienta muy real. Martha Plimpton y sobre todo, Ann Dowd, dotan a sus personajes de una sensibilidad tal que estremece. Entendemos sus duelos, sus anhelos, su dolor y su nostalgia, pero también entendemos la evolución de sus personajes, a la que se ven abocadas a lo largo de esa conversación donde desnudan sus almas.

Mass no solo se queda en la superficie, abarca muchos temas susceptibles de ser los causantes de tragedias como las que ocupa esta cinta; la responsabilidad de los progenitores, la educación, el entorno, un sinfín de factores que, muchas veces, escapan a nuestro control y entendimiento y que, otras muchas, queremos maquillar porque la realidad es demasiado dura; y, sobre todo, el hecho de querer entender por qué. La película nos mantiene en una extraña tensión y nos crea la necesidad de conocer su desenlace. Desenlace que, seguramente, nos ha rondado la cabeza desde que los cuatro personajes se sientan a la mesas a dialogar y a cerrar heridas.

Con un diseño de producción que roza el minimalismo y que, de este modo, hace que entremos de lleno en lo que nos están contando, y con una dirección simple pero efectiva, Mass no necesita nada más para conseguir hacernos llegar un mensaje muy necesario, en EEUU debido a su idiosincrasia como nación y al resto del planeta para ver cómo ellos afrontan estas circunstancias.

VANESA LORENZO VIVAS.-

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