MÁSCARAS DE SEDA

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Isabelle, 17 años. Estudiante de día y prostituta de lujo de noche.  Un viaje a través de ella a través de las 4 estaciones del año. Una joya de François Ozon.

 

Así podíamos resumir mis sensaciones al terminar la proyección de esta cinta. El francés vuelve a ejercer de hipnoterapeuta con su elegancia habitual para hablar sobre la sexualidad y sus máscaras. Marine Vatch es la revelación que encarna el rol protagonista en una actuación espléndida. Ella es un volcán en erupción que descubre la sexualidad y se abraza a ella; en una travesía al infierno de su carne y al vacío de su alma. Un vuelo que no consigue comprender. Ella no sabe el porqué. Simplemente lo hace. Porque puede. Ella es de familia rica y gracias al mundo 2.0 es tan fácil como encender un aparato electrónico. Quizá se piense que es porque ella puede. Pero el hecho es que la pubertad es superior a ella. No puedo ser de otra forma…

 

Entonces, nosotros, espectadores, asistimos atónitos a este viaje cíclico dónde los preguntas colisionan en un íntimo desenlace: una confesión de dos vidas separadas en el tiempo, nexo común de esta historia de movimiento perpetuo. Ozon quiere huir de la nostalgia pero es que su sensibilidad es pura poesía creando una contraposición de elementos que en vez de neutralizarse se complementan con savoir affaire.

 

Para eso, al director de la Casa le bastan sólo 95 minutos. No, esta vez Joven y Bonita no tiene piruetas argumentales como su anterior film. Es la vida, vista desde los ojos de este francés hipnótico que sabe decorar con preguntas nuestra cabeza al salir del cine. Y sabe caminar por sendas diferentes para llegar al mismo rumbo de partida. Quizá esta no sea tan vistosa, pero ésta condenada a quedarse al menos en el cerebro de este humilde crítico. Merci Monsieur Ozon.

 

JOAN BOTER ARJONA.-

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