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MÁS ALLÁ DE LA LUNA Y EL DOLOR DE LA PÉRDIDA
noviembre 9, 2020 Gran Publico

 

Más allá de la luna

 

En Más allá de la luna, Fei fei, es una joven a la que la vida le da un golpe muy duro y que se refugia en una fantasía para seguir adelante, sin darse cuenta de que ella misma se está impidiendo avanzar y pasar página. De repente, un acontecimiento inesperado la hace tambalearse y tomar una decisión. Reencontrarse con su pasado, aunque en realidad, sin darse cuenta y con ayuda de compañeros que la acompañan desde hace tiempo o que se va encontrando por el camino, lo que hace es chocarse contra la realidad del presente y obligarse a tomar una decisión muy dolorosa.

Esta película infantil, que puedes encontrar en Netflix desde el 16 de octubre,  envuelve con una patina de luz, color y música un dolor muy común que antes o después nos toca vivir, el de la pérdida de un ser querido. La protagonista se embarcará en un viaje al que arrastrará a muchos de los personajes que le rodean y que cambiará su percepción radicalmente. A veces hay que pasar página para darnos cuenta de que  lo importante cambia constantemente y hay que saber dejar en el pasado lo que nos frena, aunque nunca podamos olvidarlo.

La mayor baza del film hacia el público infantil es la multitud de seres monísimos que inundan la pantalla en casi todos los minutos de su metraje. Es difícil elegir cual es más achuchable: el perro espacial, la conejita blanco, el erizo fluorescente… Otro punto en el que se apoyan fuertemente es en el de las canciones, ya que estamos ante un musical al 100%. Para mi gusto, abusan demasiado de los videoclips y en ocasiones, las canciones están metidas a soplete y una detrás de otra, con lo que puede llegar a cansar. Sobre todo porque no son para grammy, aunque a los niños les impresiona bastante (sobre todo el tema principal, Ultraliminaria).

Lo más destacable es que, a pesar de que, como en todos las películas dirigidas al público infantil, la luz debe ganar a la oscuridad, hay mucho puntos del guión a lo que no estamos acostumbrados, seguramente porque es una producción de nacionalidad china y americana y la mentalidad del país asiático es diferente. Sus creadores le han dado un toque occidental bastante notable, no olvidemos que es co-producida también por EEUU, pero es de agradecer que las costumbres chinas y el ambiente en general esté tan bien conseguido. Sólo con las escenas de las cenas familiares te entran unas ganas tremendas de comer comida china, sobre todo, si has tenido la suerte de visitar este gran país y probar su verdadera gastronomía sin occidentalizar previamente.

Además, la acción se sitúa en varias ediciones del Festival de la luna (El día Nacional de China), una de las fiestas más importantes de China (tan importante como para nosotros la Navidad). Nos habla de la leyenda que hay detrás de esta festividad, aunque, en realidad se celebra para agradecer a la luna por las buenas cosechas desde tiempos imperiales, y de cómo la viven allí. Nos introduce en el día a día de una familia china y es genial para que los peques aprendan sobre otras culturas diferentes a la suya.

 

 

 

Los personajes secundarios son maravillosos y muy ricos. Desde el pequeño Chin, ejemplo de la constancia y perseverancia; a la diosa Chang’e, símbolo de la desesperación, vanidad y la superficialidad, pasando por el erizo lunar Gobi, la aceptación, el optimismo y la ilusión por el futuro; o Banjo, la conejita que encarna al amor sin límites y la preocupación constante por tus seres queridos. Como véis está plagada de valores y búsquedas: por el amor perdido, por la aceptación de una hermana, por la seguridad de aquellos que quieres…

También me gustaría destacar la excelente animación, sobre todo con respecto a las texturas de los pelos, que son sorprendentes. Realmente te dan ganas de achuchar a ese conejo blanco y de peinar a la diosa Chang’e.

En definitiva, es una opción maravillosa para disfrutar con los peques en familia, ya sea estas Navidades o cuando surja la oportunidad.

DÁCIL MUÑOZ.-

 

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