MANK DE WELLES A FINCHER

(1 votes, average: 4,00 out of 5)
Loading...

Oímos teclear una máquina de escribir y las letras aparecen en pantalla. El blanco y negro se apodera de nosotros. El monocromo resulta familiar. El sonido y la ambientación también. Siempre nos quedará el cine clásico. No lo teníamos, lo habíamos perdido, hasta que vino David Fincher. Pero lo recuperamos hoy con su última genialidad: Mank.

El director estadounidense retrata a la perfección la Era Dorada de Hollywood a partir de un guion antiguo de su difunto padre, Jack Fincher. Un libreto eléctrico, rápido e inteligente que nos acerca a la carismática figura de otro inteligente, rápido y eléctrico guionista. El de Ciudadano Kane, Herman Mankiewicz. De unos genios a otros; de Orson Welles a David Fincher. Todo queda en casa, la casa de los elegidos.

Mank desgrana poco a poco el proceso de escritura de la presunta mejor película de todos los tiempos. Saltando del presente al pasado, Fincher imita la estructura narrativa de Ciudadano Kane en un auténtico juego de espejos donde cuesta diferenciar un filme del otro. Disecciona Mankiewicz como se diseccionó antes a Charles Foster Kane. O a William Randolph Hearst, para ser más exactos. El periodista de la obra de Welles comparaba la reconstrucción de la vida del magnate con un rompecabezas infinito al que le faltaban piezas. Así lo define también Mankiewicz en lo nuevo de Fincher. Y así es precisamente como se nos presenta la vida de nuestro célebre guionista. Un rompecabezas sin fin a través de la psique de un hombre que no encaja. Sinergias, círculos concéntricos y homenajes mutuos. Ciudadano Kane habla a Mank y este le responde. Un diálogo perpetuo entre dos grandes películas.

La vuelta al mejor Hollywood nos pasea por los platos y despachos de los grandes estudios. Metro-Goldwyn-Mayer, Warner Bros, RKO Pictures… los más ricos e influyentes productores estadounidenses complican la vida de un irónico Mank interpretado brillantemente por Gary Oldman. El actor inglés se come la pantalla encarnando de forma muy verosímil al ácido, inteligente y alcohólico guionista. Y el resto del reparto no se queda atrás. Amanda Seyfried, Lily Collins o Charles Dance, en el papel de William Randolph Hearst, también están magníficos. Mención aparte merece Tom Burke, que parece el mismísimo Orson Welles de vuelta en el mundo de los vivos. Además, Fincher con acierto reserva al personaje para unas pocas escenas. Cuando aparece, la película se eleva hasta nuevas cotas. Welles aparece imponente, con un físico apabullante, una prosa teñida de honda trascendencia y un ángulo de cámara que juega al servicio del conjunto. Las conversaciones entre Mank y Welles son pura delicia. Un “toma y daca” de altos vuelos.

Mank, sin embargo, tiene sus flaquezas, ya que se no es, ni mucho menos, una película para todos los estómagos. La película es densa, compleja, llena de matices y detalles. Para entenderla en su máximo esplendor hacen falta conocimientos tanto de Ciudadano Kane como del contexto político, social y cultural de los años 30’ y 40’ en el Hollywood dorado. Requiere de una atención plena para seguir el ritmo endemoniado de sus diálogos, aunque también es muy divertida y gana cuando los peces gordos discuten sobre cualquier tema, cinéfilo o no. Un viaje a la velocidad de la luz que nos zarandea durante más de dos horas.

He mencionado que Ciudadano Kane mostraba su protagonista como un rompecabezas   incomprensible, pero lo cierto es que el final del gran clásico revelaba lo contrario. El brillante barrido a través de los incontables recuerdos de Kane terminaba mostrándonos por fin a Rosebud, el falso McGuffin que lo explicaba todo. La última y más significativa de las piezas del puzle, que desentrañaba el misterio de un hombre complejo. David Fincher hace lo propio con Mank. Mostrarnos el último fragmento de una de las mayores historias que nos ha dado el séptimo arte. Un necesario homenaje a un escritor olvidado, desterrado de su obra magna. Una carta de amor a un Hollywood que se fue, pero que siempre volverá.

MARTÍ ESTEBAN.-

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *