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LOS MUERTOS NO MUEREN: ZOMBIES CONSUMISTAS
junio 29, 2019 Articulos

Si en Sólo los amantes sobreviven, Jim Jarmush se atrevía a ofrecer una visión particularísima, romántica, culta y cool de los vampiros y a apuntar, como decía su protagonista Adam (Tom Hiddleston), que los humanos eran unos «zombies» en Los muertos no mueren no cabe otra cosa que no esperarse la típica comedia de zombies al uso, tales como Zombies Party, de Edgar Wright o Zombieland, de Ruben Fleischer. Jarmush sigue fiel a sí mismo y  su cine y nos ofrece su particular visión del Apocalipsis Zombie, desencadenado a partir de la desviación del eje de rotación terrestre y que se manifestará en toda una serie de extraños acontecimientos que tendrán lugar en una pequeña localidad de la América Profunda, concretamente en Centerville (Texas).

La idiosincrasia de los lugareños queda patente en las pequeñas y aparentemente intrascendentes conversaciones entre las empleadas de una cafetería, los policías del pueblo (Ronnie –Adam Driver-, el más joven y tranquilo que profetiza que «esto va acabar mal» desde el primer momento, su jefe Cliff -Bill Murray-, centrado en su trabajo; y Mindy- Chloe Sevigny-, la joven policía hipersensible y superada por los hechos) , el dueño friki y amante del cine de género, que regenta la gasolinera, el propietario del motel, etc. Así pues, encontramos en la reposada y certera caracterización de los personajes del pueblo uno de los puntos fuertes de la película, en contraposición a los que están de paso por allí, como es el caso de tres «hipsters» de ciudad, que están en ruta por carretera desde Cleveland. Un caso aparte, es Zelda. el enigmático personaje de Tilda Swinton, la encargada de la funeraria con dotes de samurái, de la que no conviene revelar nada más, así como el ermitaño que interpreta Tom Waits.

Sirviéndose de un montón de referencias cinéfilas y meta-culturales -sin olvidarnos del homenaje a George A.Romero-, así como de un sentido de la auto-parodia bastante evidente, Jarmush apunta a que los zombies, esos muertos que se han reanimado y se resisten a morir, no son sino víctimas de la sociedad de consumo, que han fallecido vendiendo su alma a las tecnologías y a los bienes materiales. Así pues, en Los muertos no mueren subyace una radiografía crítica de la sociedad del siglo XXI, entregada y devorada por el consumismo.

No obstante, la parte final resulta demasiado subrayada y sobre explicada, quizás esto no era necesario, pues eran mejor los indicios que apuntaba el film que las evidencias claras. El estupendo tema musical The Dead Don´t Die, de Sturgill Simpson, sirve de hilo conductor de esta película de zombies atípica, que gustará más a los admiradores del director de Paterson, Flores Rotas, Sólo los amantes sobreviven y Dead Man, que a los que se acerquen por primera vez al cine de Jarmush.  Aunque en mi caso, me atrapen bastante más las películas citadas anteriormente que ésta, que fue la película inaugural de la pasada edición del festival de Cannes.

SONIA BARROSO.-

 

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