LOS GOYA DE NUESTRAS VIDAS: ALGUNOS TÍTULOS ESPAÑOLES IMPRESCINDIBLES

Este año los premios Goya se celebrarán el 6 de marzo en Málaga. En esta ocasión, Adú, de Salvador Calvo, con 13 nominaciones, entre ellas a la mejor película parte como favorita, seguida de Las Niñas, de Pilar Palomero, que aspira a 9 cabezones de nuestro cine. Sentimental, La Boda de Rosa y Ane están en el quinteto de favoritas en una de las ediciones que se prevén más repartidas y sin una clara. En Facesonthebox, mientras esperamos que salgan las vencedoras en cada categoría, hemos escogido una de las películas ganadoras de los últimos años para recomendarla o que os entren ganas de darle una merecida revisión ¿Nos acompañáis?   

DOLOR Y GLORIA – 2019 (POR JOSÉ ISAAC PELLICER)

En mi opinión, Dolor y Gloria es una de las ganadoras del Goya más indiscutibles de la última década (junto posiblemente La isla mínima). Y es que el último trabajo de Pedro Almodóvar, director que no siempre casa con el gusto del gran público convierte su autobiografía no-oficial en una historia redonda, sin fisuras y con un elenco tan en estado de gracia que conozco a pocas personas que no se hayan rendido a sus pies.

Porque de eso trata Dolor y gloria, es su historia, su testamento cinematográfico (aunque no literal sí en sentido figurado). Almodóvar se desnuda en pantalla, mostrando sus debilidades y errores como ser humano y como cineasta a través de los gestos y miradas de un descomunal Antonio Banderas cuya mimetización nos hace estremecer con esa mezcla de vulnerabilidad y dolor físico y psicológico que muestra en toda la película. Pero no se queda en un show de un solo hombre, los secundarios brillan con luz propia y aumentan el valor de la película más si cabe.

El monólogo de Asier Etxeandia es para ver en bucle con un magnetismo del que no puedes despegarte, pero los momentos que comparte con Banderas también son dignos de mención. La aparición breve de Leonardo Sbaraglia nos ofrece una de las mejores escenas de la película dónde Almodóvar nos muestra el dolor de perder al ser amado pero también la paz de seguir adelante y avanzar en la vida. Y el tándem Julieta Serrano/Penelope Cruz como madre en dos momentos temporales de Banderas/Almodóvar es otra carta de amor a esa mujer que tanto le ha marcado como cineasta y los momentos junto a Serrano encogen el corazón. Por todo esto y más, es mi película favorita de los Goya.

TRUMAN – 2015 (POR MARTÍ ESTEBAN)

Truman es una de esas historias que, a priori, puede apetecer poco porque aborda un tema tan espinoso como un cáncer terminal. Julián (Ricardo Darín) ha decidido dejar de luchar contra la enfermedad y vivir con un mínimo de dignidad sus últimos días, pero recibe la visita sorpresa de su mejor amigo, Tomás (Javier Cámara), que pretende convencerlo de que siga con el tratamiento. Una sinopsis que podría dar lugar a un drama tremendamente lacrimógeno pero que, en cambio, busca el lado positivo de la vida y se centra en la bonita amistad entre los dos protagonistas. La película no deja de ser un drama, pero – más allá de los momentos emotivos – también cuenta con buenas dosis de humor y resulta muy accesible para todo tipo de espectador.

La química entre Darín y Cámara es magnífica. Dos actorazos que hacen de la amistad entre sus personajes algo totalmente creíble, que traspasa la pantalla y llega a la audiencia. Una amistad que, lejos de ser perfecta, está llena de peleas y altibajos, y ha sido víctima de la distancia durante años. Una relación realista que pone la nota positiva dentro del contexto dramático del filme. Porque si algo nos enseña Truman es que los momentos difíciles prueban a quién le importamos de verdad. Quién estará ahí cuando lo necesitemos.

Cesc Gay y su equipo ganaron 6 Premios Gaudí y 5 Goya por su refrescante obra. El director catalán se hizo con las estatuillas a la mejor dirección y el mejor guión, el reparto arrasó también en sus respectivas categorías, y Truman fue coronada como la mejor película del año. Un sinfín de reconocimientos que se extendieron a muchas otras entregas de premios y que prueban la solidez y la calidad de una película que merece mucho la pena ver. Seguramente, una de las mejores de nuestro cine en los últimos años.

LA ISLA MÍNIMA: DEJEN PASO A LOS JÓVENES – 2014 (POR RUBÉN TOLEDO)

No existiría La Isla Mínima sin Twin Peaks ni Memories of Murder, y sin ese amor por el cine y la tv de autor que tiene la nueva generación de cineastas españoles. Uno de ellos, Alberto Rodríguez, ya había firmado la impactante Grupo 7 (2012) y dejó a más de uno boquiabierto -me incluyo- con el drama policíaco y de misterio que es La Isla Mínima (2014).

Es una cita que tiene casi todos los ingredientes para ser buena. Buen director, buena producción, buena pareja protagonista (Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez) y un escenario como las marismas del Guadalquivir donde todo el mundo sabe algo y nadie dice nada. Costumbrismo patrio y cine negro, aderezado con un toque de misterio, penumbra, caminos nocturnos sin iluminar y personajes con más oscuros que claros.

Es en éstos últimos donde la cinta gana enteros. Sobre todo con la pareja policial conformada por Raúl Arévalo, joven y con ideas más progresistas, y por Javier Gutiérrez (Goya a mejor Actor Protagonista por esta película), un agente heredado de los últimos estertores del franquismo y con una idea del ser policía anclada en tiempos pasados. Tras ellos, un pueblo, con la ley del silencio por bandera, analfabetismo, superstición, y caciquismo. Retazos de nuestra historia reciente. Todo ello conforma este thriller agobiante por momentos que, si hay que ponerle un pero, sería su final, algo flojito, pero que no desmerece la película para nada, dejándonos además muchos más interrogantes que certezas resueltas.

NO HABRÁ PAZ PARA LOS MALVADOS- 2011 (POR SONIA BARROSO)

En 2011, Enrique Urbizu con la complicidad de José Coronado, uno de sus actores fetiche, con quién ya había protagonizado La caja 507, volvían al terreno que mejor se les daba: El thriller sucio, áspero y oscuro en una historia de policías, corrupción, ángeles caídos y resucitados, que nos ayudan a ir por derroteros que van más allá del cine policiaco para abrazar el drama de un hombre que tendrá que demostrar si fue culpable de un triple asesinato.

La historia podría parecer otra más ambientada en «noches fatídicas» que no parecen tener fin, al estilo de la más reciente No matarás. de David Victori con un protagonista a caballo entre el «falso culpable» y «el hombre que estaba en el lugar equivocado en el momento menos oportuno». Ajustes de cuentas y narcotráfico completan un cóctel tan estimulante como eficaz, que pasa como un whisky amargo por la garganta, en una trama sin concesiones con un Santos Trinidad al nivel de un Harry Callaghan Clinteastwoodiano, en una composición de personaje tan o más salvaje que aquel.

Una buena muestra de que en el cine español contemporáneo se puede hacer una película de cine negro magnética y sin concesiones a la galería, que agarre al espectador en su butaca y no lo suelte  hasta los créditos finales. Una trama que no merece ser explicada y que, a base de giros de guión creíbles, va tejiendo una atmósfera tan malsana como asfixiante. Un thriller de esos que uno sale tan roto como satisfecho después de su visionado.

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