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THE LAUNDROMAT: SABEN AQUELL QUE DIU… EN PANAMÁ
octubre 24, 2019 Articulos

Steven Soderbergh me parece unos de esos realizadores eclécticos que articulan su filmografía a modo de jam sesion experimental lo que le convierte un rara avis en la industria de Hollywood. Si tuviéramos que definir un rasgo en común, amén de su cuidada estética, sería difícil catalogarle ya que en él habitan el look de anuncio de colonia de la trilogía Ocean’s Eleven, los frescos sociales de Traffic, el Che o Erin Brokovich o rarezas como Indomable, entre otras. Y eso es lo que le hace apasionante y también desigual. Este caso es el que nos ocupa ya que, por desgracia, creo que su obra The Laundromat es una de las obras menos atinadas que le recuerdo.

Empezamos por lo que más me ha convencido, lo que nos remite a hacer al análisis a la inversa. Y eso sin duda equivale a sus minutos finales, que no son extraordinarios ni por asomo, pero si al menos interesantes. Sin entrar en detalles, diré que este segmento del metraje está dedicada a algo de sobra conocido, el boom mediático que originó el suceso del descubrimiento de los Papeles de Panamá, el cual está bien reflejado y es divertido. Además de esto, esta parte final del film termina con una reflexión sobre la farsa que rompe la cuarta pared, que plantea reflexiones con miga y que si no llega más allá es por que nos hallamos ante los últimos coletazos de la cinta.

Supongo que ahí se puede apreciar que me ocurre con The Laundromat y los inconvenientes que le encuentro. Y es que su interesante cuarto de hora final no justifica la casi totalidad de un relato tan disperso y desnortado tanto en tono como en forma como no recuerdo en tiempo. Porque The Laundromat se deja ir por un carácter didáctico mal entendido que creo que no funciona ni como goce estético y que, como película, también hace aguas desde el planteamiento.

El film se plantea inicialmente como la lucha entre el rol de Meryl Streep, una de las víctimas estafadas de esta praxis, contra los histriónicos abogados Mossack y Fonseca encarnados por Banderas y Oldman. ¿Pero qué es lo que ocurre? Pues que el film se va por las ramas y se centra en otros casos que, a modo casi de cortometrajes y de dramatizaciones, nos cuentan otro tipos de estafas. El problema de este planteamiento es múltiple ya que la cinta no resulta ni graciosa, ni didáctica, ni funciona narrativamente. Su dispersión es tan grande que creo que nunca llega a acercarse a ninguno de sus objetivos planteados. El único elemento positivo es casi accesorio. El sentido de la composición y estética ya mencionado de mano de Soderbergh, cuidado y excelente como de costumbre, pero en esta ocasión al servicio de un vacío. En este sentido, su excelente cast poco tiene que hacer, ya que la única que puede salvar los muebles es Meryl Streep, que protagoniza los mejores momentos del film, y ni siquiera me parece bien aprovechada del todo. En el caso de Gary Oldman y Antonio Banderas, es de lo más flagrante ya que considero que sus personajes son tan estereotipados y forzados que los actores quedan engullidos en la astracanada, algo que no ocurría en la floja pero correcta El soplón, cuyo guión de Scott Z. Burns es del mismo autor que este desacertadísima The Laundromat.

En definitiva, personalmente no me ha gustado nada la propuesta y me cuesta encontrar elementos positivos de análisis, amén de ese último tramo de la cinta o ciertos momentos «estéticos» que no me compensan lo anterior. Nos queda el consuelo de saber que tanto el director como el cast tienen el suficiente talento para darnos raciones de buen cine pero lo que también está claro, al menos bajo este cronista, es que The Laundromat no es esa clase de cinta. Lástima.

JOAN BOTER ARJONA.-

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