LAS GENTILES: DURO DRAMA ADOLESCENTE

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Santi Amodeo se atreve en Las gentiles con el rey de los tabús en nuestra sociedad: El suicidio (y encima, entre adolescentes). Ana es una joven desorientada, alejada de su familia y confundida por sus sentimientos hacia Corrales, su mejor amiga. Una amistad muy cercana, intensa y llena de altibajos en la que irá cogiendo fuerza la posibilidad del suicidio, romantizado en las redes sociales que frecuentan.

Esta es la prometedora premisa de una película que, sin embargo, no acaba de cumplir con todo su potencial. El retrato de la generación Z y su uso de las redes sociales parece algo forzado y se nota la diferencia de edad entre los guionistas y los personajes que quieren presentar. Está claro que hay diversas formas de aproximarse a estas plataformas, pero la publicación de animaciones caseras – por ejemplo – no parece muy representativa en la era de TikTok e Instagram, de los bailes, los “challenges” y los “hauls”. Además, cuesta ver la relación entre el uso de estas redes y la fascinación hacia el suicidio. Una relación que está demostrado que existe (juegos tan peligrosos como la Ballena Azul se extendieron fácilmente a través de plataformas como Facebook), pero que no se explica suficiente en la película, que pasa de puntillas sobre el tema.

Por el contrario, Santi Amodeo y Rafael Cobos sí aciertan a la hora de presentar las principales preocupaciones del grupo de adolescentes protagonistas. Dan relevancia a problemas que la mayoría de jóvenes experimentan en su día a día, como dificultades en casa, dudas sobre su identidad o su físico, desengaños amorosos y un largo etcétera. Problemas que como adultos acostumbramos a minimizar, pero que tienen la misma importancia que los de cualquier persona y pueden llevar a problemas de salud mental tan graves como los que expone la película.

África de la Cruz y Paula Díaz son el otro punto fuerte de Las gentiles. Sus actuaciones nos hacen olvidar que se trata de dos debutantes y la química entre ambas da mucha fuerza y realismo a la amistad entre sus personajes. Una amistad muy bien construida y que acaba constituyendo la trama más interesante del film, que flaquea en el resto de frentes.

Quizá en la era de las películas maratonianas y las súplicas a recortar metraje por parte de la crítica, Las gentiles se beneficiaria de contar una historia más larga (únicamente dura 76 minutos), de explorar más a fondo sus personajes secundarios y cómo estos afectan y moldean la personalidad de sus protagonistas. De hacernos ver de forma más concreta cómo han llegado a este punto y por qué han empezado a coquetear con la muerte. Una película más extensa y completa que ayudaría a mejorar el desarrollo de una buena premisa y un montón de buenas ideas.

MARTÍ ESTEBAN.-

 

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