LAS COSAS IMPORTANTES DE LA VIDA

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Recomendar una película que te gusta es un auténtico placer. Pero aún lo es más cuando es una cinta para toda la familia y no es ni una secuela y adaptación del cómic de turno. Nuestro último verano en Escocia es una de esas películas. Un film pequeño, pero que puede gustar a personas de todas las edades. No sólo por la forma, sino por el contenido. Mucho se puede aprender de esta comedia dramática con más carcajadas que lágrimas, pero de estas últimas también las hay. Y además, llenas de calado.

«A contracorriente films» ha vuelto a confiar en uno de esos films para su distribución en España como Intocable  o Dios mío, pero que hemos hecho, feel-good movies europeas que, con sus diferencias entre cada una de ellas, se plasman en la pantalla con atino para un target amplio.

En este caso, se trata de un film british, donde el espíritu familiar mainstream se mezcla con la ironía puntillosa del humor británico. Sin embargo, el matrimonio protagonista encarnado por Rosamund Pike y David Tennant, magníficos los dos, distan mucho de ser los padres perfectos, pues siguen el ritmo infernal que este mundo de consumo rápido ha impregnado en la sociedad, y donde los conflictos nunca se solucionan, sino que se acumulan hasta la saturación.

Es en el corazón del film, donde el abuelo de la familia y sus hijos nos dan una lección a todos. Billy Connolly realiza una magnífica interpretación cuando de repente la película deja de un lado su tono habitual de sitcom para desembocar en algo distinto: Un excelente interludio que se convierte, casi contra pronóstico, en el alma y el epicentro del relato. Temas como la espiritualidad pocas veces se tratan de esa forma en un film de este tipo en el cine occidental, debido a que estos temas parecen más propios de cineastas asiáticos como Hirokazu Koreeda y otros directores costumbristas similares. Y hasta ahí puedo leer.

Quizá justamente esa reflexión tan clarividente acaba originando, paradójicamente, en la única nota negativa que, personalmente, le encuentre al relato. Y es que considero que las cotas que alcanza ese pasaje el film son tan altas que, cuando la cinta recupera la tónica habitual, a pesar de que sigue el buen atino, nunca acaba por recuperar el nivel de excelencia antes mostrado.

Pero las cosas como son. Es difícil achacarle eso a una película tan entretenida, humana, divertida y profunda como ésta. Y es que, a día de hoy, quedando casi 6 meses por delante, parece complicado que algún film este año le quite el honor de ser el mejor sleeper familiar del año. No os la perdáis.

JOAN BOTER ARJONA.-

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