LA VIDA Y SUS MARAVILLAS

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ACUENTO

Siempre es motivo de celebración cada estreno del estudio Ghibli y aún lo es más esta semana en que podremos disfrutar en los cines de dos de sus mágicas películas de animación, El Recuerdo de Marnie, nominada al Oscar como mejor película de animación, y la que ahora me ocupa, El cuento de la Princesa Kaguya.

Isao Takata es junto al maestro Hayao Miyazaki, uno de los pilares sobre los cuáles se sustenta la animación de esta casa. Y con esta película, el director de La Tumba de las luciérnagas y de Arrietty y el mundo de los diminutos, nos deja un conmovedor testamento fílmico de primera magnitud (muy por encima de las películas de animación que suele ver el espectador de a pie).

Nos encontramos a un cortador de bambú, ya anciano, que mientras trabaja haya un descubrimiento sorprendente: Una pequeña «princesa» dentro de una de las cañas de bambú. Se la lleva a casa y, junto a su anciana mujer, la criarán como si de una hija propia se tratara, desde bebé hasta la juventud, enfrentándose a un destino tan mágico como extraño. En el bosque, la pequeña irá creciendo y será feliz, mientras que más años más tarde, se convertirá en una rica princesa a la que no le faltarán ni instrucción, pretendientes ni adoración. Pero la princesa no es feliz y se rebelará contra el destino…

Takata nos propone un cuento sobre el milagro de la vida, cómo un ser puede cambiar por entero la existencia de dos personas. Asimismo, convierte esta animada pieza de orfebrería -pintada a trazos de acuarela sencilla que se acaba sofisticando al ritmo de su protagonista- en un hermoso canto sobre la Naturaleza, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad cotidiana, -aunque sea a través de la rebeldía-, que son algunos de los temas recurrentes del Universo Ghibli.

Urge comentaros que no dejéis los pañuelos en casa porque los vais a necesitar (es de las películas con las que más y más veces he llorado en una sala de cine); y recomendaros la película, de casi 140 minutos, para adultos y para niños más mayorcitos, que puedan comprender el sentido de la fábula y maravillarse de lo bonita a la par que triste y complicada  puede llegar a ser la existencia humana.

SONIA BARROSO.-

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