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LA VIDA A LOS 30
septiembre 10, 2014 Cine de Autor

Ójala estuviera aquí es la segunda película como director de Zach Braff y, aunque no sea una continuación en el sentido estricto de su ópera prima Garden State (Algo en común), sí que temáticamente lo puede ser.

Relata la vida de Aidan Bloom (interpretado por el propio Braff), quien está atravesando una crisis en sus treintaytantos: aún persigue el sueño de ser actor (presentándose a innumerables castings), es mantenido por su diligente mujer (una estupenda Kate Hudson), que es el pilar de su familia y de sus dos hijos: el pequeño y rebelde Tucker y Sam, la aplicada hija mayor, con crisis de adolescencia. Para acabarlo de complicar todo, tendrá que lidiar con la grave enfermedad de su cínico padre (un siempre convincente Mandy Patinkin); con el frikismo de su hermano menor (Josh Gad); con un perro nada obediente y con un compañero de trabajo de su mujer bastante desagradable.

Con estas premisas, Braff construye un relato que explica las difíciles relaciones de una persona que es padre, esposo e hijo, y que se siente profundamente perdida y desubicada. Tampoco el resto de personajes parece encontrar su lugar en el complicado mundo que les rodea. A pesar de las imperfecciones de los personajes, el público puede sentir empatía o identificarse con facilidad con uno a más de ellos.

Lejos de Alexander Payne o Richard Linklater, y quizás más cerca de Woody Allen y del espíritu familiar de Pequeña Miss Sunshine, la cinta es un canto a la familia, a las siempre delicadas relaciones paterno-filiales, eso sí, con lugares comunes del cine indie americano, sentido de la trascendencia y múltiples y jocosas referencias cinéfilo-seriéfilo-comiqueras, que harán las delicias de los treintañeros actuales. Sin ser redonda ni maravillosa, sus ínfulas melodramáticas y cómicas se dejan seguir con agrado.

SONIA BARROSO.-

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