¿Vampira que se muerde sus propias venas sedienta de sangre y asesina de niños o, por el contrario, enferma mental y física torturada por sus miserias personales? La vampira de Barcelona, de Lluís Danés, parte del personaje real de Enriqueta Martí, apodada «la vampira del Raval», que en 1912 conmocionó a la ciudad Condal acusada del secuestro y asesinato de niños pequeños para retratar el descenso a los infiernos de Sebastià Comes. Comes es un periodista de sucesos, atormentado por su pasado familiar, que intentará contestar a esa pregunta que os hemos formulado al principio con su exhaustiva y obsesiva investigación. Qué había de real y qué de leyenda en esa mujer acusada de curanderismo, asesinatos despiadados y brujería?

Asimismo, el film va más allá de esclarecer si Enriqueta es culpable o inocente de crímenes atroces de criaturas inocentes, también se revela como una historia de corrupción política, depravación moral y mentiras y engaños desde las instituciones. Así como y, ante todo, de una búsqueda obsesiva por esclarecer la verdad y ahuyentar los fantasmas del pasado por parte de sus protagonistas, el citado periodista y una prostituta que quiere ser cantante de ópera y de la que el primero está enamorado.

Otro punto fuerte es la parte visual, rodada en impecable blanco y negro y salpicada de color cuándo se adentra en ese mundo vicioso, prohibido y lascivo de los burdeles, y también teñida en rojo sangre en muchos otros instantes. Asimismo, cuenta con un reparto excelente en el que destacamos a Roger Casamajor, Nora Navas (la vampira), Bruna Cusí, Francesc Orella y Sergi López. Muy notable.

Mandibules es la nueva gamberrada de Quentin Dupieux, un director francés cuyos trabajos se presentan habitualmente en Sitges. Esta vez, no son ni neumáticos asesinos, como en Rubber, o chaquetas con vida propia, como en The Jacket, sino que será una mosca gigante, llamada Dominique, quién desatará toda la trama y a la que uno de los protagonistas pretende «entrenar» para conseguir un extraño propósito.

Una historia muy surrealista, una comedia, tremendamente absurda y muy divertida, sobre dos amigos en los 40 que parecen dos tontos muy tontos y de muy pocas luces, quiénes se verán envueltos en una serie de situaciones, a cada cuál más disparatada e increíble. La comicidad de su pareja protagonista, esos dos amigos de la infancia que parece que se resisten a crecer y su complicidad, son uno de aspectos más llamativos del film. Así como, la presencia de Adèle Exarchopoulos en un papel muy tronchante y a las antípodas del de La Vida de Adèle. Una película que funciona mejor si no se sabe apenas nada de ella para dejarse sorprender y echarse unas buenas carcajadas sin complejos.

L’état sauvage de David Pérrault. ¿Por qué una historia que tiene todos los elementos, a priori, para resultar interesante y envolvente, no lo llega a ser tanto? La trama comienza en Missouri en 1863, tras la Guerra Civil Americana, en que una familia francesa se verá obligada, por los peligros e inseguridades vividas, a volver a su París natal, ayudada por un mercenario.

Aunque la travesía de regreso se complicará por el asalto de unos bandidos capitaneados por una extraña mujer.

Este cóctel entre western, drama y love story encubierta tiene a favor una fotografía espectacular y una banda sonora envolvente. La manera de ser narrada es más íntima que espectacular y tiene algunos personajes bastante atractivos. Aún así, nos ha costado entrar en el relato y dejarnos atrapar. Una verdadera lástima, pues la acogimos con muchas ganas.