LA SUERTE DE LOS LOGAN: EL ROBO DE LOS «PALETOS»

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Steven Soderbergh es un director hábil y solvente, de eso no hay ninguna duda. Su carrera se ha dividido claramente en dos tipos de películas: Las de denuncia, como Traffic (negocio de la droga); Erin Brokovich (medio ambiente); Contagio (origen y efectos de una pandemia), Efectos Secundarios (industria farmacéutica) y la de puro entretenimiento, tales como la saga Oceans, Un Romance muy peligroso y Haywire. La suerte de los Logan se adscribe a esta segunda clase de títulos, ya que nos narra la historia de la planificación y ejecución de un robo en una de las más importantes carreras del circuito Nascar en EEUU por parte de una familia de perdedores y sus compinches,mezclando comedia al más puro estilo de los hermanos Coen, drama familiar y thriller.

Quizás lo mejor de la película no radique en la acción -que la hay, y está muy bien filmada, como ser habitual en Soderbergh, pero tampoco parece ser el elemento central de la trama-, sinó la psicología de los personajes, de unos «paletos» de la América Profunda, concretamente del Estado de Virginia a los que persigue la mala fortuna desde hace tiempo. El líder de esta «banda de atracadores» es Jimmy Logan (Channing Tatum en uno de sus mejores papeles), un obrero de la construcción en paro, que cojea de una pierna, está divorciado y mantiene una relación muy especial con su pequeña, Sadie, una niña que desea triunfar en los concursos de talentos (¿reminiescencias a Pequeña Miss Sunshine?). Su hermano menor, Clyde (Adam Driver) es un ex-combatiente en Irak, donde perdió su mano y parte de su brazo en una misión, que trabaja como camarero en un bar de carretera y vive solo. Mientras que su hermana, Mellie (Riley Keough), una pizpireta y resuelta peluquera, aficionada al motor y a conducir peligrosamente. Con la ayuda de Joe Bang (un sorprendente Daniel Craig a las antípodas de su elegancia Bond), peligroso convicto y antiguo socio de Jimmy, planearán el «robo perfecto» que puede cambiar definitivamente el rumbo de sus vidas y de su mala suerte.

Este reverso de la saga Oceans, pues sus protagonistas son astutos, pero nada elegantes ni tienen clase, podría ser un vehículo de entretenimiento divertido y resultón tal como es Baby Driver, de Edgar Wright, o bien una cinta de atracos con reflexión, introspección y crítica social, como Comanchería, de David McKenzie. Pero La suerte de los Logan no es nada de eso, quizás planea el espíritu de los Coen, pero sin ser tan divertido y sí mucho más amargo. Así pues, que las aventuras y desventuras de estos «paletos» americanos prometen más de lo que dan, ya que su ritmo es algo irregular, pero que si entráis en su juego tramposo, podéis pasar un buen rato hasta llegar a un final que deja con la miel en los labios y con ganas de saber más.

SONIA BARROSO.-

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