LA SOMBRA DE PACINO

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La sombra del actor reúne a Al Pacino con el director Barry Levinson y los pone frente a frente con un texto de Philip Roth, pues se trata de la adaptación cinematográfica de la novela La humillación.
 
Simon Axler (Al Pacino)  interpreta a un famoso actor que se esta preparando para representar una obra de teatro y, en la noche de estreno, cuando esta a punto de empezar la función, se queda dormido y  entonces comienza la confusión entre sueño y realidad. Simon está recluido en un centro psiquiátrico  y allí conoce a Sybil (Nina Arianda), que quiere que Simon mate a su marido porque es un pederasta.  Cuando es dado de alta se va a su casa, está deprimido y al borde del suicidio, tal y como le cuenta a su psicólogo. No tiene familia, se siente el hazmerreir como artista y nada para él tiene sentido. Al cabo de unos días aparece Pageen (Greta Gerwin), la hija de unos amigos,  que siempre ha estado obsesionada con él desde adolescente y empieza a cuidar de él. Aunque es lesbiana y tendrá que hacer frente a varias ex-amantes  que la persiguen, Louise (Kyra Sedgwick), un transexual, etc. mientras que Simon sigue estando acosado por Sybill para que asesine a su marido…

Es una película en tres actos, el primero de los cuáles resulta demasiado alargado, hecha para el lucimiento de Al Pacino,  que interpreta a un actor venido a menos, patético, que confunde a menudo realidad y ficción, y que aparece como un loco taciturno haciendo soliloquios.  Quizá funciona porque, en estos últimos años, el protagonista de El Padrino ha perdido el prestigio y reconocimiento en su carrera y, en este sentido, la película y el personaje nos recuerda al que ya encarnó Michael Keaton en Birdman. En esta ocasión, Levinson vuelve a usar la escena teatral -como lo hizo Iñárritu-  para hablar de la crisis y decadencia de un actor que había llegado a lo más alto y que se ha convertido en una pálida sombra de lo que en una época fue. Aunque al espectador quizá le resulte un poco confusa, pues a menudo cuesta discernir la frontera entre la trama argumental y la parte más onírica y, por ello, se sienta tan o más perdido y desconcertado que el propio Al Pacino. Aunque tiene buenas ideas y un material interesante entre manos, no nos acaba de cuajar del todo.

JR PALOMAR.-

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