LA NAVIDAD MÁGICA DE LOS JANGLE

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Las Navidades Mágicas de los Jangle

La Navidad mágica de los Jangle es una película más para disfrutar de estas entrañables fiestas de una sesión de cine llena de valores y magia. Su argumento gira alrededor de un juguetero y gran inventor que basa su éxito en la capacidad de creer en lo imposible y en la magia de la imaginación. Un día descubre algo realmente fabuloso, pero un giro argumental hace que, en vez de llevarlo a la gloria, lo empuje irremisiblemente hacia la desesperación. La desgracia es la que le arranca su capacidad de creer y la ilusión que lo hacía único, sumiéndolo en la rutina y la vulgaridad. Evidentemente, tendrá que venir un rayito de luz a despertar su genio dormido (porque, de otra manera, no sería para público infantil). Su nieta Journey irrumpe en su vida gris para llenarla de color, porque de música ya va bien servido gracias a la loca cartera que le acosa como si fuera un elefante en una cristalería.

En realidad, cada personaje que sale a escena persigue algo: el protagonista, su capacidad para creer en lo imposible; su hija, la reconciliación; su nieta, encajar en algún lugar del mundo en el que quepa su desmedida imaginación; su amigo y el villano de la historia (entre los que hay un claro paralelismo), el reconocimiento a sus esfuerzos; y la cartera loca, el amor. Todos buscan algo y se van a pasar toda la película con su personal tira y afloja por conseguir sus objetivos.

 

Todo salpicado por unas canciones que deslucen muchísimo con su traducción al español. En ocasiones, ni siquiera se han molestado en cuidar que los movimientos de la boca de los personajes coincida con el trozo de letra traducido. Además, al protagonista le ponen la voz de alguien que se nota a las claras que no es cantante, porque los tonos no le llega ni de lejos a las exigencias musicales de las escenas en las que le toca cantar. En cambio, la versión original es un regalo para los oídos. Y la música no es lo único que se pierde con la traducción. El título tampoco corre mejor suerte de su paso del inglés al español, perdiendo todo su sentido. Jingle Jangle: A Christmas Journey, hace referencia, en primer lugar, a la similitud del apellido de la familia principal con el sonido de los cascabeles, símbolo de la alegría y de la magia de la Navidad, y con la segunda parte, se refiere al viaje interior que hace la nieta del juguetero, que se llama Journey, para encontrar un lugar en el que pueda encajar. Nada que ver con el simplón La Navidad mágica de los Jangle.

Estamos ante un musical en el que los colores toman un lugar importante: morados, rojos, amarillos y verdes se mezclan de una forma loca y descontrolada para llamar la atención del espectador y meterle de lleno en una magia chillona y llena de ritmo. Un remolino de sensaciones que intentan arrastrarte a un universo en el que creer hace que lo imposible se vuelva posible.

Para mí, lo más destacable es como intercalan minutos de teatro de marionetas en la historia, los escenarios de juguete son una maravilla. Los de imagen real, también están muy bien. Se nota de largo que son falsos, pero cuadran muy bien con el ambiente mágico y de cuento que se quiere crear. Son el marco perfecto para las preciosas coreografías que se suceden, una tras otra, en la historia, que, por cierto, fuera de lo lineal y predecible, no se le puede pedir mucho. Hay que tener en cuenta que sigue un guión pensado para el público infantil, que se siente muy cómodo con los blancos, negros y con una línea argumental que no se escape a su control. A diferencia de otras producciones familiares, en ésta no hay mucho donde rascar en una segunda lectura más adulta. Es un cuento de Navidad y punto. Eso sí, con un envoltorio precioso.

DÁCIL MUÑOZ.-

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