LA GRAN MENTIRA: EL TRUHÁN Y LA VIUDA

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La sociedad del bienestar nos ha traído una edad promedio cada vez mas avanzada. Esta gran noticia es el principal motivo de una sociedad mas heterogénea con un respectivo público cada vez mas amplio con targets de diferentes edades y diferentes sensibilidades. Es por eso que propuestas como la que hoy nos ocupa son necesarias, ya que rompen la tendencia de la hegemonía postmoderna aunque sea volviendo a las claves clásicas porque hay cosas que siempre vienen bien; al igual que tomar un té con pastas en la campiña inglesa. Sin embargo, a veces se tiende no ya a crear un producto amable si no tan manufacturado que carece de toda aura artística. Algo que por fortuna no ocurre con esta La Gran Mentira, ya que es un film con cierta magia y de una factura tan elegante como caminar con bombín y “umbrella” en las calles londinenses, y de tan agradable visionado como ver caer la lluvia a través del interior de una cabina telefónica roja.

Sin embargo, los principales motivos para ver este film no reside en su dirección de un atinado Bill Condon ni la fotografía Tobias A. Schliessler, aunque se les ve más cómodos a ambos que en el recital live action de la Bella y la Bestia, ejerciendo de maestros de ceremonias de este thriller british. Tampoco en el libreto saltimbanqui de Jeffrey Hatcher  adaptando a la gran pantalla una novela de Nicholas Searle cuyo truco final se antoja para este crítico, como mínimo, discutible.

Lo que realmente hace que esta cinta valga la pena tiene dos nombres y dos apellidos: Ian McKellen y Helen Mirren, los dos protagonistas de una historia que se sustenta gracias a la química de estas estrellas de la actuación. El primero lo hace interpretando a un estafador profesional y la segunda, la viuda que el truhán quiere engatusar. Decir que ambos interpretes están magníficos es poco ya que ellos son pura magia. De hecho, Ian McKellen ya es conocido por hacer magia desde que Gandalf condujo a un grupo de enanos, elfos, hobbits y humanos por la Tierra Media, y aquí no es una excepción. Además, bien acompañado por la citada Helen Mirren. El matiz que le dan a cada gesto y cada palabra es digna de estudiar. Y lo mejor de todo, es que parece que lo hacen sin inmutarse, como si fuera el pan de cada día dar tal recital sea lo que sea que tengan que llevar adelante.

Puede parecer un tópico pero La gran mentira es de esa clase de propuestas que ya vale la pena verse por el oficio de las partes implicadas, como aquellas de antaño donde el actor era el gran “efecto especial de la cinta”. De ese modo, este film de mirada clásica utiliza el cine de estafas del gato y el ratón para rendir cuentas con el pasado con una mirada puesta en el nuevo status quo que creo que es muy de agradecer. Se recuperan algunas esencias de la tradición mas figurativa del cine, aunque sin caer en la visión anacrónica y arqueológica. Y quizá el film no invente nada, pero se sigue con interés tanto por el trabajo de los dos protagonistas (en realidad, el resto del elenco también esta muy bien aunque eclipsado por el dúo principal) como por la trama picaresca que  dentro de sus parámetros nos lleva que coquetear con gancho por la trama romántica, el drama histórico y el cine criminal.

En definitiva, La gran mentira es más que una recomendable película para el que busque un entretenimiento de estas características, y además es la constatación de una evidencia; Helen Mirren y Ian McKellen son dos actores soberbios. Y eso, por fortuna, es una gran verdad.

JOAN BOTER.-

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