LA FAVORITA: INTRIGAS SEXUALES Y POLÍTICAS

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La favorita es la nueva película de Yorgos Lanthimos, autor griego con perlas de la «incomodidad» y de la «extrañeza» como Canino, Alps, Langosta y El sacrificio del un ciervo sagrado. En este caso, Lanthimos parece que se haya «domesticado» pasándose al drama de época, aunque quizás es sólo en apariencia, aunque sí que es cierto es que es su película más «accesible» hasta la fecha.

La película se ambienta en la Inglaterra del siglo XVIII  durante el Reinado de la Reina Ana de Gran Bretaña (Olivia Colman, ganadora del Globo de Oro a la mejor actriz), la última monarca de los Estuardos. Y se centra, no sólo en el momento político en que tenían que hacer frente a la Guerra de Sucesión Española y a conflictos con los parlamentarios de diferentes facciones, sino en sus aspectos más íntimos y personales, con su relación con su amiga, consejera y mano derecha Lady Sarah Marlborough (Rachel Weisz).  Un día aparece en la corte, Abigail (Emma Stone), una sirvienta instruida pero venida a menos, que conseguirá ganarse el favor de la Reina. La relación entre estas tres féminas será, como os podéis imaginar, todo menos plácida, y no explicamos más.

Las intrigas políticas, personales y palaciegas son retratadas con un retorcido y perverso sentido del humor -de esos que hiela y tuerce la sonrisa-, gracias a la fina ironía y a las ingeniosas réplicas y contrarréplicas entre Olivia Colman, Rachel Weisz y Emma Stone, tres actrices en estado de gracia que llenan la pantalla y de qué modo. Ellas manifiestan tres personalidades de carácter, y ponen en evidencia los vicios y corrupciones, las estrategias y los juegos de poder en la corte británica. Una corte en la que la lascivia, los deseos más ocultos y las oscuras seducciones, tanto con finalidades políticas como sexuales, están a la orden del día. Lanthimos parece decirnos que, al fin y al cabo, el sexo es un instrumento de poder muy poderoso. En este sentido, la película podría hermanarse con dramas de época, tales como Las amistades peligrosas, de Stephen Frears, y Quills, de Philip Kaufman.

Los hombres quedan, en este relato, relegados a meros personajes secundarios, con la excepción del líder de la oposición en el parlamento, Lord Harley, rol interpretado por Nicholas Hoult. Lanthimos se maneja con soltura, creando secuencias memorables-, y diálogos de gran incomodidad, como viene siendo habitual en su cine en un film de época poco convencional y lleno de mala uva. Un film intrigante, atrevido, obsceno y divertido, que contiene también un sustrato metafórico, representado en ciertos inocentes animalitos que pululan por las estancias reales.

SONIA BARROSO.-

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