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LA CASA GUCCI: LA OTRA CARA DE LA MODA
noviembre 30, 2021 Articulos

¿Qué puede ser más atractivo y adictivo que una familia que creó un imperio que casi se fagocita a sí mismo? Eso debió pensar Ridley Scott, que ha trasladado la historia real de los Gucci, una de las empresas familiares más relevantes del mundo de la moda, a la gran pantalla, basándose en la novela de Sarah Gay Forden, que también da título a esta película, La Casa Gucci. Una historia salpicada de elementos de telenovela, es decir, romances más grandes que la vida, ambición, luchas de poder, rencillas y desavenencias familiares, obsesión, venganza, crimen…Y de todo ello, los Gucci iba más que servidos. Y es que, por momentos, esta película podría parecer un drama folletinesco al uso.

La trama parte de la historia de amor entre Patrizia Reggiani y Maurizio Gucci -heredero de la casa de modas- para contarnos las luchas de poder que se establecieron ya en el seno de la propia familia, tanto por controlar la empresa como para hacer florecer su parte más creativa. Así mismo, este drama habla de la aceptación. Que es a la que se tuvo que enfrentar Patrizia, de origen humilde y trabajador, para ser integrada en el seno de los Gucci o incluso el cuestionamiento al que fue sometido Paolo Gucci, el primo de Maurizio, por parte de sus allegados. Por no hablar de la ambición desmedida por sacar adelante una empresa de moda vanguardista y moderna, capaz de mirar de tú a tú a otros imperios como Versace.

Ridley Scott retrata las luces y las sombras de esa dinastía con la aparición en escena de Patrizia, una mujer tan capaz de deslumbrar a un rico heredero como de relacionarse con cada uno de los miembros de la familia. ¿Estaba realmente enamorada o sólo buscaba hacerse un nombre y adquirir prestigio y poder? Por ello, es el personaje de Patrizia el motor que hace avanzar la trama y uno de los más interesantes. Lady Gaga hace suya todo el aliento trágico de las primas donnas italianas, poniendo toda la carne en el asador y la película gana enteros con su magnética presencia en pantalla. Junto a ella, Maurizio Gucci evoluciona del niño rico de papá tímido e inseguro al hombre de negocios sin escrúpulos capaz de tomar las riendas de su propia vida, -aunque Adam Driver no parezca sentirse cómodo durante todo el film, precisamente-. Paolo Gucci, el primo de Maurizio, es el pájaro enjaulado y poco valorado por los que le rodean, resulta muy excéntrico y bastante exagerado -aunque con un punto de ternura en su dramatismo- en manos de Jared Leto. Mientras que Jeremy Irons y Al Pacino aportan a Rodolfo y Aldo Gucci, respectivamente, todo el porte y el señorío que requieren los dos patriarcas de la dinastía.

El oficio de Ridley Scott tras las cámaras -en una película que en intenciones y resultado final podría estar más cerca a Todo el dinero del mundo– eleva una propuesta que se beneficia también de un diseño de producción y de vestuario impecables-, pues todos los vestidos y complementos fueron cedidos por la marca Gucci-, de una banda sonora muy ochentera y de una historia con todos los ingredientes de telenovela criminal. Extraña, densa e imperfecta, aunque bastante entretenida, La Casa Gucci es un «culebrón» glamouroso y extravagante por momentos no apto para todos los paladares.

SONIA BARROSO.-

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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