LA CASA DE CARACOL: SUPERSTICIONES Y MIEDO

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Un pueblo perdido de Andalucía, que apenas aparece en los mapas. Un escritor que se instala en un enorme caserón antiguo en busca de inspiración, tranquilidad y soledad. Lugareños más o menos esquivos y parcos de palabras, con ganas de contar poco, pues sobre varias generaciones pende una maldición relacionada con un monstruo y muchas supersticiones. Niñas que juegan a juegos más o menos inquietantes. Bosques tenebrosos y  aullidos de lobos acechantes -aunque no, no es una historia de licantropía, no nos equivoquemos-. Con estos ingredientes se presenta La Casa de Caracol, ópera prima de Macarena Astorga, basada en la novela de Sandra García Nieto que lleva el mismo título.

¿Es un relato de terror? ¿Un drama familiar? ¿Un thriller psicológico? ¿Un cuento aterrador? De todos y cada uno de estos elementos bebe esta película protagonizada por un impecable Javier Rey, como el escritor Antonio Prieto, que llega un mes a ese pueblo perdido de la sierra malagueña, intentando romper una crisis creativa y hallar el ambiente propicio para escribir su nueva novela y se encuentra un misterioso ser en un cobertizo y una extraña leyenda que traspasa distintas épocas y que tiene atemorizada a la población.

El retrato de los personajes, con sus particularidades, sus secretismo y sus misterios, así como la atmósfera que cada vez es más pesadillesca y asfixiante son las principales bazas de una película que transita por varios géneros, ya que incluso hay una pequeña historia de amor entre el protagonista y Berta (Paz Vega), la atractiva mujer que le alquila la casa y  el escritor. Un relato de cómo las leyendas y el miedo a lo desconocido puede condicionar la vida de varias generaciones, en el que se aúnan los fantasmas y traumas del pasado e incluso, del presente. Incluso la película coquetea con elementos del denominado terror rural o pagano en algunas de las escenas que hacen referencias al monstruo (al Vímero).

La casa del caracol, que parece inspirase levemente en El resplandor y puede terminar anclada en alguno de los sucesos más negros de la historia de España, acierta en su impecable factura y en su atmósfera malsana. Pues la película es más inquietante y aterradora antes de que haya el increíble -y un poco inverosímil- giro de guión que tras la explosión de violencia, tras el cuál nada de lo que nos habíamos pensado es lo que resulta ser en realidad. ¿O sí? La realidad, como suele decirse, supera la ficción o…¿Acaso es la vida una ficción orquestada por los delirios del alcohol y de las pesadillas de un escritor muy trastornado? Sea como fuera, siempre nos quedará la lectura de la novela para acabar de encajar las piezas de este desconcertante puzzle en el que se convirtió.

SONIA BARROSO.-

 

 

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