Y he aquí que tenemos la mejor adaptación de un texto literario de Shakespeare donde la tragedia, el amor, la traición y el sexo se entremezclan en una Inglaterra barroca con diálogos tan punzantes como la mente que se oculta tras la pluma que lo escribe… o gracias a Dios, no. Porque no es lo que quiero al ver Godzilla vs Kong y cualquiera ya lo debería saber. Si uno tiene claro el producto que es, entonces adelante con ella y tenemos un maravilloso producto palomitero sin prejuicios y 100% disfrutable en una sala de cine. Porque es una película pensada y creada para ser disfrutada en una sala y pasárselo bomba con ella.
Tras Kong: isla calavera, Godzilla y Godzilla: rey de los monstruos tenemos el posible cierre o punto y aparte de este “monsterverse” donde por fin chocan los grandes protagonistas: el lagarto y el simio. Pretender buscar algo más es tarea inútil. De hecho, ¿alguien puede buscar algo más en dichas películas que no sea pasar un rato divertido y ver cómo se destruyen ciudades? Posiblemente que no aburran, y, en este caso, lo consigue. La película, casi desde el inicio, nos ofrece a los dos monstruos sin más sentido narrativo que un guión donde humanos y bestias siguen buscando el equilibrio y, como siempre, no todos quieren que este equilibrio se alcance. A partir de ahí, enseguida estamos en faena y el choque de ambos titanes alfa no tarda en ocurrir.
Una película dirigida por Adam Wingard (Tu eres el siguiente) y protagonizada por Alexander Skarsgard, Rebecca Hall y Millie Bobby Brown, donde los personajes humanos no hacen sino dar contexto o explicación a lo verdaderamente importante: las bestias, y lo que les está pasando, y, al final, hacer de la película un espectáculo visual más que notable. Una mezcla donde aparecen ecos de Viaje al centro de la Tierra y con las ya eternas y consabidas directrices de los peligros de la inteligencia artificial o las corporaciones sin alma que, aún siendo clichés, no impiden que que nos apartemos de lo importante: ver luchar a los dos grandes monstruos del cine. Y en la época que vivimos poder ir a un cine a ver un espectáculo así de entretenido y efectivo es más que de agradecer (ver esta película en la sala de estar de casa no es lo mismo, yo mismo, que volví a ver hace poco Godzilla rey de los monstruos, por mucha tele, por mucho 4K, la sensación en el cine de ver a Guidorah en todo su esplendor no es comparable).
En conclusión, ojalá que todos los años podamos tener una película así, donde familias, grandes y no tan grandes puedan disfrutar de un espectáculo visual y poder desconectar y relajarse de la ya de por sí ajetreada vida que todos tenemos. Larga vida a los reyes de los monstruos.
JOSE ISAAC PELLICER.-