KEANU REEVES: LA REIVINDICACIÓN DE UN ICONO

Aunque ahora Keanu Reeves está en boca de todos, este actor nacido en Líbano en 1964 ha tenido una carrera a la par de brillante que de irregular pero también arriesgada y gracias al reciente estrenos de John Wick: Parabellum vale la pena reivindicar su papel en el género de acción. Porque sin lugar a dudas cuando ha acertado ha marcado un hito en el género.

Repasando su filmografía, Keanu ha alternado productos comerciales con productos más independientes. Buena prueba de ello es que fue divagando entre productos de serie B , tv-movies y películas de bajo presupuesto hasta su primera puesta de largo en Las amistades peligrosas en un papel secundario pero interesante como toma de contacto. Fue un año después, en 1989, cuando se acercó al gran público con Las alucinantes aventuras de Bill y Ted que, aunque no muy conocida aquí, gozó de gran éxito en Estados Unidos y se convirtió en cara popular para los adolescentes de la época.

LE LLAMAN BODHI Y SUS INCURSIONES EN TODOS LOS GÉNEROS

Fue entonces, en 1991, cuando apareció Johnny Utah. Contexto: película de un policía algo rebelde con problemas con la autoridad que debe infiltrarse en una banda de ladrones hasta el punto que congenia tan bien con su líder que se convierten en buenos amigos y se deberá debatir entre su amistad y su deber. Este argumento a los veinteañeros actuales les sonará a Fast and Furious, pero los que peinamos canas sabemos que antes de Dominic Toretto y compañía ya hubo otro grupo: No eran corredores de coches y tuneadores, eran surfistas, eran “La banda de los expresidentes”. Era Le llaman Bodhi. Eran Keanu Reeves, Patrick Swayze, Gary Busey y una mujer al frente llamada Kathryn Bigelow (siendo el ejemplo claro de que una mujer podía dirigir una peli de machitos alfa sin que le temblara el pulso). Allí Keanu brilló sobremanera y marcó un hito importante, siendo una película de acción más que notable y con escenas icónicas como el lanzamiento desde un avión sin paracaidas o la persecución a pie acabando con la escena de disparos al aire que hasta Edgar Wright homenajeó en Arma fatal. Se podría decir que allí apareció la estrella en ciernes.

A partir de ahí Keanu siguió su camino y siguió flirteando con el cine independiente, como el caso de Mi Idaho privado, o producciones de gran calado como Drácula de Coppola interpretando al buen señor Harker. Incluso proyectos más arriesgados como El pequeño Budha se acercaba con tal de codearse con gente como Bertolucci.

Hasta llegar a 1994. Keanu Reeves, Sandra Bullock, Dennis Hopper, Jan de Bont y un autobús en marcha sin freno. Me atrevería a decir que no hubiera habido un Michael Bay director de acción sin esta película. La que marcó un tipo de acción que luego Bay adoptaría y ¿perfeccionaría? en sus primeros trabajos. Evidentemente Jan de Bont ya sabía lo que hacía, siendo director de fotografía de Arma letal 3 o de Jungla de cristal y seguro que fue tomando notas de Donner y McTiernan. Fue tal el éxito que aún hoy sigue siendo una película que no ha envejecido nada y sigue gustando a propios y extraños. Keanu era el joven policía que persiguiendo a un terrorista acababa en un autobús con una bomba debajo que explotaría si el bus bajaba de velocidad, lo que acababa provocando un sinfín de destrucción y caos a su paso. Fue en ese papel donde Keanu se convirtió en estrella de acción en los 90. Su siguiente proyecto, un año después sería Johnny Mnemonic, donde otra vez era la estrella esta vez en una película más de ciencia ficción que de acción pero que también ayudó a aumentar su status y su impacto en el público juvenil.

EL EFECTO MATRIX

Pero no todo fue un camino de rosas. Su siguiente incursión en la acción, Reacción en cadena tuvo escaso impacto (pocos la recuerdan una vez salidos de la sala de cine) y Keanu seguía tanteando otros géneros como el romántico en Un paseo en las nubes o el thriller de misterio con Pactar con el diablo.

No fue hasta 1999 cuando llegó el papel que lo definiría para toda una generación. Y otra vez en la acción. Los hermanos Wachowski en su casi-debut para el gran público (en realidad fue Lazos ardientes): Matrix. Posiblemente la película que marcaría el nuevo milenio, un hito en la cultura popular y en el cine. Y allí estaba Keanu, allí estaba Neo, el Elegido. Aún hoy en día se sigue viendo Matrix en los institutos como el ejemplo más claro del mito de la caverna de Platón. Sin lugar a dudas el papel que le convirtió en un icono. Tal vez devoró el personaje y el éxito al actor, pero Keanu fue la gran estrella gracias a esa película. Todo lo que se derivó de Matrix fue un éxito, hasta creó tendencia en la moda volviendo al cuero negro y las gafas de sol aunque fuera de noche. Evidentemente el mérito no fue de Keanu tanto como del trabajo de los directores y guionistas (lo mismo ocurrió con Speed o Le llaman Bodhi) pero Keanu estaba allí, era el actor idóneo para el personaje y nadie se imagina a Neo sin pensar en él. No entraré en si las secuelas valieron la pena o no (en parte debido a un gran hype generado que acabó provocando una gran decepción a muchos) pero no se entiende la acción del nuevo milenio sin la trilogía de Matrix.

Tras la locura provocada por el éxito (y a la vez las críticas) de la trilogía de Matrix e intercalando algún descanso de tanta acción con productos como Noviembre dulce llegó el momento de tantear el creciente cine de adaptaciones de cómics con Constantine. Su personaje de cazador de demonios cínico y fumador no llegó a calar al 100%, en parte por culpa del guión y en parte por culpa de la legión de fans del personaje que ya anticiparon el fracaso al no parecerse físicamente al personaje de las viñetas. Un año después intentó sacarse la espina participando en un proyecto bastante arriesgado a la par de curioso, A scanner darkly, película de animación adulta rodada por Richard Linklater, siendo una prueba más de su intención de probar cosas distintas y no estancarse. Fue entonces cuando su carrera empezó a ir cuesta abajo y sin frenos (aunque nunca se le consideró un actor con grandes capacidades interpretativas su suerte eligiendo determinados proyectos le iba salvando de la quema) y durante 8 años encadenó desastre tras otro, llegando a su cénit en 2013 y su “año de tanteo con el cine de artes marciales” dirigiendo El poder del Tai-Chi e interpretando 47 Ronin.

EL RESURGIR CON JOHN WICK

Cuando la mayoría se habían olvidado de él volvió a ocurrir el milagro: Chad Stahelski y David Leitch se fijaron en él para un proyecto de película de acción. Buscaban un actor que interpretara a un asesino profesional que mezclara la frialdad propia de la profesión con el alma atormentada de un marido que lo ha perdido todo. Y así apareció de la nada el señor John Wick. Una película que iba destinada a ser carne de videoclub (de plataforma ya por esa época) y que tras críticas muy positivas y un gran boca-oreja se convirtió en la película de acción imprescindible de ver, aquella película que todo el mundo recomendaba por ser una salvajada que por aquel entonces era difícil de ver en salas (le faltaba poco para rozar la calificación +18). Pero Keanu se resistía a ser estrella de acción y quería seguir probando otros géneros y directores interesantes o que se salieran de la norma. Al menos eso debió pensar al aceptar protagonizar Knock knock ,de Eli Roth (aún recuerdo las caras de los presentes en Sitges cuando la proyectaron, tremendo varapalo de thriller erótico que quiere ser de terror pero muy light y sin mucho sentido). Siguió protagonizando dramas policiacos sin pena ni gloria y otros más arriesgados como The neon demon, de Winding Refn pero no daba pie con bola. De manera que a nadie le extrañó cuando tres años después de la original volviera al papel de John Wick con John Wick: pacto de sangre, esta vez sí estrenada en cines en España (la primera nunca ha llegado a verse en salas comerciales ni se ha editado en blu-ray en España, teniendo un estreno por televisión directamente). Y otra vez, exitazo. Se le veía tan cómodo en el papel de vengativo asesino y rodaba las escenas de acción con tal fiereza tanto en lo físico como en el manejo de armas que todos empezamos a ver que el personaje cada vez le sentaba mejor y cada vez queríamos más de él. Por eso los productores (que no tienen un pelo de tontos sobre todo cuando la película recauda 4 veces su presupuesto siendo calificada +18 esta vez) decidieron que tenían otra saga que Keanu podría seguir estirando mientras funcionara. Y aquí hemos llegado, dos años después se estrena la tercera parte, Parabellum y otra vez lo mismo: Wick contra el mundo (bastante literal en este caso), quintuplicando de momento su presupuesto en taquilla y dando pie a una franquicia de acción con película de momento confirmada en dos años (2021).

¿ES KEANU REEVES UN ICONO DEL CINE DE ACCIÓN?

Por eso, a modo de conclusión, la pregunta es: ¿Es Keanu Reeves un icono del cine de acción? Pues posiblemente sí. No es un actor que se dedique íntegramente a un género y para muchos no ganará nunca un Óscar pero no cabe duda que, o bien porque ha sabido elegir bien o ha tenido suerte, no se puede negar que con películas como Speed, Le llaman Bodhi, Matrix o ahora como John Wick su impacto en el cine de acción es considerable y a tener en cuenta. Aunque para algunos el género de acción se considere cine palomitero y se menosprecie (no hay nada como una bonita película en blanco y negro de un director extranjero con gente mirándose intensamente durante tres horas o un drama familiar de gente gritándose como si no hubiera un mañana o un drama familiar de gente que sufre en silencio sus penas de forma contenida para emocionar a los críticos cinematográficos y/o comunicadores, léase en modo irónico) dentro de este género “menor” hay también estrellas y obras maestras (calificativo que en todos los casos de géneros, en todos, es subjetivo de quién lo vea) y Keanu Reeves ha protagonizado al menos, y de momento, dos o tres de ellas. Sólo por eso ya importa.

JOSÉ ISAAC PELLICER.-

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *