Aparece el mítico castillo de Disney y suena una versión orquestal del clásico de  Metallica Nothing Else Matters. Así es difícil no entrar enseguida en el juego de Jungle  Cruise, especialmente si el resto de la banda sonora corre a cargo del gran James Newton Howard. Lo nuevo de Jaume Collet-Serra en el corazón de Hollywood nos sumerge en una aventura épica a través de la jungla amazónica. Emily Blunt, Dwayne Johnson y Jack  Whitehall se lanzan a la búsqueda de unos pétalos de leyenda, capaces de curar  cualquier enfermedad.  

Jungle Cruise es un mosaico de referencias al cine de aventuras selváticas y cumple con todos y cada uno de los tópicos habidos y por haber. Sin embargo, goza de un ritmo  endiablado y varios giros de guión, que hacen de la cinta algo muy fácil de digerir. Un blockbuster para toda la familia, ideal para el verano. 

Acción, fantasía, romance y humor se mezclan a partes iguales (algunas con más acierto  que otras) en un trepidante viaje con ecos a Indiana Jones, sobre todo a The Temple of  Doom y The Kingdom of the Crystal Skull. La química entre Emily Blunt y Dwayne  Johnson – ambos rebosantes de carisma–mejora lo que corría el riesgo de ser una fórmula muy vista y poco estimulante. 

Otras actuaciones desentonan un poco, como es el caso de Dani Rovira y Quim  Gutiérrez, y la película cae en la habitual cutrez de mezclar un español extrañísimo enmedio de tantos anglosajones. En cambio, Jesse Plemons convence totalmente en el rol de villano de la realeza alemana (otro tópico), pasando de un papel más comedido en Judas and the Black Messiah a uno bastante histriónico y desagradable, muy adecuado  para los antagonistas propios de este tipo de filmes.  

Jungle Cruise es puro entretenimiento y poco más. No hay trampa ni engaño. Cumple lo que promete, ofreciendo un buen rato a todo espectador que quiera distraerse una tarde de verano viajando en barca por la jungla, excitante hogar de leyendas y maldiciones.  

MARTÍ ESTEBAN.-