JUDAS AND THE BLACK MESSIAH: “I AM… A REVOLUTIONARY!”

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Tengo que admitir que las películas que tratan el racismo endémico de los Estados Unidos siempre son de mi interés. Ya sea Arde Mississippi, cualquiera de Spike Lee, Jordan Peele o incluso Black Panther, un buen filme que denuncie la opresión que sufren los afroamericanos siempre es de mi agrado. Aún así, Judas and the Black Messiah brilla con luz propia y, más allá del mensaje habitual de estas cintas, ofrece cosas nuevas y refrescantes.

Su principal baza es, indudablemente, la descomunal pareja de protagonistas formada por Lakeith Stanfield y Daniel Kaluuya, ambos nominados al Oscar a Mejor actor de reparto. El filme explica la historia real de un delincuente llamado Bill (Stanfield) que se infiltra en el grupo de los Black Panther liderado por Fred Hampton (Kaluuya) para ayudar al FBI y eludir así la cárcel. Stanfield hace una actuación soberbia y muy variada, con momentos contenidos y llenos de emoción y otros de pura explosividad y rabia. Kaluuya da un auténtico recital (nunca mejor dicho) en cada discurso, en cada escena, insuflando vida y pasión a un guion fantástico. Imita a la perfección la cadencia y el acento del verdadero Fred Hampton y transmite tanto como aquellos líderes a los que evocaba el activista y a los que evoca la película, en esos ecos constantes a Malcolm X y Martin Luther King.

Bill es un hombre perdido, carcomido por la culpa e incapaz de reconocer cuál es su causa. Fred Hampton, un líder carismático con grandes aspiraciones, una magnífica retórica y una determinación sin igual, que le lleva incluso a poner su libertad y su vida en juego. Todo por la causa.

Decía que Judas and the Black Messiah es original dentro de la habitual propuesta del cine afroamericano. Y lo es porque va más allá de la denuncia superficial, o aquella centrada solo en lo social, para profundizar en las raíces políticas de la discriminación. Los Black Panther no eran únicamente un grupo que luchara por la igualdad de los negros. También luchaban contra el capitalismo. Y el filme de Shaka King lo refleja a la perfección. Refleja a la perfección la rebelión contra un sistema podrido y desigual y la persecución y la guerra sin cuartel por parte del FBI. Pero también refleja los dilemas en sí de los Black Panther. La tensión eterna entre la palabra y la acción. Entre la protesta no violenta y la lucha armada. Nuevamente, entre Martin Luther King y Malcolm X.

MARTÍ ESTEBAN.-

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