JAMES EL SUCIO

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Aviso para navegantes: Filth, de Jon S.Baird, no es para estómagos sensibles. No es que el film sea el festival gore de Rob Zombie. Nada de eso. Es que es una radiografía delo peor del ser humano como especie, concentrada en un policía tan ominoso que, a su lado, Torrente es un bendito. Sin embargo y, aunque el film se vista de comedia salvaje (y de humor negrísimo), es más bien un estudio sobre la parte más repulsiva del ser humano (con un James McAvoy en el mejor papel de su carrera). Sí, el chico de El último rey de Escocia tenía que apartar el mainstream USA y dejarse llevar por un escocés con ganas de dinamitar las mascaradas y señalarlas de forma dañina para mostrar todo lo que es capaz como actor; siendo el ojo del huracán de esta galería de imágenes de indignidad humana.

El actor de La desaparición de Eleanor Rigby y el mítico profesor X de la nueva generación de X Men se construye en el barro y se pulveriza hasta los cimientos, dejándose la piel. Actuación demoledora, oigan. Una auténtica masterclass de acting.

No en vano, Filth (que en inglés significa “mugre”, no podría ser otra cosa”) es una adaptación de un texto del autor que inspiró Trainspotting y ese nihilismo está comprendido en esta catarsis fílmica de las que no se olvidan. Ya sea por el tour de force, por la cantidad de «mugre” en todas sus formas (sobre todo moral) que traspasa la pantalla y empapa al espectador y, especialmente, por ese viaje cuya estación término es el desnudo del mal, que queda en pelotas como un mero rompecabezas inacabado.

Si como decía Burroughs en El Almuerzo Desnudo son de aquellos de los que buscan «diamantes en el culo de un cadáver», suban al nuevo tren de este texto nacido de la pluma de Irving Welsh y conducido por la alucinógena dirección de Jon S. Baird. Un recorrido en el que, además del impío protagonista, también se incluye a un profesor loco  que habita en la perturbada mente de su protagonista (grande Jim Broadbent), entre muchas sorpresas en su galería de secundarios (Eddie Marsan, no digo más). Si  hay veces que querréis apartar la mirada de la pantalla. Pero creo que al final todas esas piezas de exceso forman parte de un fin encomiable. Así que ya sabéis, mi consejo es que os subáis al ferrocarril desbocado de Filth. ¡Id preparados!

JOAN BOTER ARJONA.-

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