Con Frozen. El Reino de Hielo, Disney amplia su nómina de princesas, esta vez por partida doble. Una es Anna, la más joven, una chica alegre que des de pequeña sueña con jugar con su hermana mayor, Elsa. Pero ésta no quiere estar en contacto con nadie por el miedo que tiene que su don, un poder que congela todo, les pueda hacer daño.
Sus temores se cumplen cuando provoca un invierno eterno en su reino y, asustada, huye a las montañas. Con la ayuda del muñeco de nieve Olaf, el vendedor de hielo Kristoff y el reno Sven, intentaran encontrarla y ayudarla.
Frozen vuelve a la línea de los clásicos musicales de Disney, sin conseguir estar al nivel de la mayoría, con una animación y unas canciones justas para los estándares a los que nos tienen acostumbrados. Con un arranque mágico y prometedor, un buen número musical y uso del 3D, la película va luego a menos en muchos aspectos. Aún así, gustará sobretodo a los más pequeños y cuenta con algún giro sorprendente.
Sobre los personajes, siguen el estilo del diseño de ‘Enredados’, con más dedicación a los vestidos y complementos de las dos princesas que al resto de personajes, sobretodo a los más secundarios.
Por encima de todos destaca el muñeco de nieve Olaf, el secundario cómico de rigor que consigue ser entrañable y divertido, con su deseo de que llegue el verano.
La historia está basada libremente en el cuento ‘La reina de las nieves’ de Hans Christian Andersen, que se ha adaptado muchas veces y ha inspirado personajes como la bruja blanca de Narnia.
Un comentario a parte merece ‘Get a Horse!’ (‘Búscate un caballo’), el genial corto con el que Disney celebra los 85 años de la aparición en el cine de Mickey Mouse, y que se se proyecta justo antes de ‘Frozen’. Combina la animación más clásica -ya abandonada- marca de la casa con sorpresas que aprovechan muy bien las últimas tecnologías.
Una vez más, Mickey se las va a tener con Pete, que vuelve a andar detrás de Minnie. El villano los interrumpe cuando están con sus amigos dando un animado paseo en carro, apareciendo con su coche y su bocina. Una pequeña joya.
DAVID CANTO.-